El millonario financista estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual de mujeres menores de edad, se suicidó en prisión, informaron este sábado medios de comunicación locales.
El hombre de 66 años, que había trabajado con innumerables políticos y celebridades a lo largo de los años y ya tenía una condena por delitos sexuales, se ahorcó y su cuerpo fue encontrado el sábado en la mañana, dijeron el diario The New York Times y otros medios.
Epstein ya había sido hallado a finales de julio con marcas en el cuello después de un aparente intento de suicidio.
El administrador de fondos de cobertura no logró salir bajo fianza el mes pasado luego de comparecer ante una corte de Nueva York acusado de un cargo de explotación sexual de menores y otro de asociación para delinquir para explotar sexualmente a menores entre 2002 y 2005.
El acusado, que negó los cargos, se enfrentaba a una pena de 45 años de prisión -el resto de su vida- en caso de ser condenado.
El Centro Correccional Metropolitano, una instalación federal en Manhattan que a menudo es utilizada para alojar a sospechosos en espera o durante su juicio, es considerado uno de los penales más seguros de Estados Unidos.
El narcotraficante mexicano Joaquín «Chapo» Guzmán pasó más de dos años allí antes de ser condenado y transferido a una prisión federal en Colorado.
Según la acusación, Epstein invitaba a las menores -algunas de apenas 14 años- a sus mansiones de Manhattan y Palm Beach, Florida, las persuadía para que le hicieran masajes que iban tornándose cada vez más sexuales, y «luego pagaba a las víctimas cientos de dólares en efectivo».
«También pagaba a algunas de sus víctimas para que reclutaran a más chicas para ser abusadas», sostuvo la fiscalía.
Los fiscales afirmaban además que Epstein era «muy consciente de que muchas de las víctimas eran menores de edad».
El magnate, entre cuyos amigos está el presidente Donald Trump, el expresidente Bill Clinton y el príncipe Andrew de Gran Bretaña, había sido condenado anteriormente por pagar a jóvenes por masajes sexuales.
Pero logró evitar ser acusado penalmente por esos casos al firmar un controvertido acuerdo, bajo el cual se declaró culpable de un delito estatal de solicitar prostitución a una menor de edad y se registró como delincuente sexual.
Estuvo 13 meses en una prisión del condado, de la que podía salir durante el día, regresando cada noche a dormir a la cárcel, antes de ser liberado en 2009.