Llamado a las urnas el domingo, en medio de apatía, convulsión social y dudas en torno al TSE

Más de 8,1 millones de guatemaltecos están llamados el domingo a las urnas para elegir al sucesor del presidente, Jimmy Morales, tras una campaña electoral marcada por la apatía y en medio de creciente conflictividad social, desconfianza en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y agitación por la firma de un acuerdo con Estados Unidos para dar asilo a migrantes.

A solamente cuatro días, el TSE no ha anunciado los nuevos centros de votación que se habilitarán para sustituir a los que no estarán funcionando, entre ellos los centros ocupados por estudiantes de la USAC en todo el país. Además, se duda de la capacidad de los magistrados, en caso de surgir cualquier contratiempo.

Todos estos factores permiten suponer que el domingo se verá un marcado abstencionismo, alimentado por las denuncias de fraude que se dieron tras las elecciones del 16 de junio.

Curiosamente, tras tres años de intentar una lucha fuerte contra la corrupción y la impunidad en el país, sabiendo que son la causa que agrava el resto de problemas del país, ninguno de los candidatos tiene un plan específico para controlar estos males y más bien repiten que no están de acuerdo a volver a explorar una figura parecida a la CICIG, que está por desaparecer.

Los magistrados del TSE evidenciaron incapacidad desde la convocatoria para el proceso electoral. Los analistas opinan que terminarán su período como el peor TSE desde que se creo en 1984 este organismo.

La primera magistratura será disputada en un balotaje entre la exprimera dama socialdemócrata Sandra Torres y el derechista Alejandro Giammattei, favorito según una encuesta de la Fundación Libertad y Desarrollo y la firma CID Gallup.

Morales concluye su mandato de cuatro años en enero con la popularidad por los suelos y con un pedido de la fiscalía para investigarlo por corrupción. Aunque él repite en cada ocasión posible que su gobierno «ha hecho más que cualquiera anterior», todos los índices socioeconómicos del país muestran un retroceso en estos cuatro años.

La votación se realizará en medio de incertidumbre por las tensiones en torno al acuerdo que convierte a Guatemala en «tercer país seguro», para albergar a migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, pero también por las protestas de sectores campesinos e indígenas, que plantean demandas sociales.

El acuerdo generó críticas y acciones legales en su contra por considerar que un país en el que casi el 60% de sus habitantes viven en la pobreza y que carece de la infraestructura adecuada no puede albergar migrantes.

El presidente Jimmy Morales termina su período entregado a Washington, menospreciando a los migrantes guatemaltecos y con críticas a prácticamente todas sus políticas.

El pacto con Washington fue firmado el 26 de julio, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazara a Guatemala con imponer impuestos a las remesas y aumentar los aranceles a sus exportaciones.

Un motor fundamental de la economía son las remesas de los migrantes, que el año pasado alcanzaron la marca histórica de casi 9.300 millones de dólares. La cifra es cercana a las exportaciones de Guatemala, que suman en promedio 10.500 millones de dólares anuales.

Datos oficiales indican que 1,5 millones de guatemaltecos viven en Estados Unidos, de los cuales solo entre 300.000 y 400.000 tienen residencia legal.

Aunque Estados Unidos afirma que el acuerdo convierte a Guatemala en tercer país seguro, autoridades locales rechazan esa tipificación y niegan que vayan a convertir la nación en una gran cárcel estadounidense.

– País de emigrantes –

La firma provocó malestar en diferentes sectores, con bloqueos de carreteras y la toma de sedes de la estatal Universidad de San Carlos.

Los candidatos Torres y Giammattei han sido parcos en su posiciones sobre el acuerdo.

La exprimera dama considera que el acuerdo debe ser ratificado por el Congreso para entrar en vigor, mientras su rival dice que desconoce el pacto y que lo analizará a fondo si sale elegido.

Los dos candidatos centran sus discursos en atacar la arraigada corrupción, mejorar la educación y la salud, así como invertir en zonas más vulnerables para reducir la pobreza y evitar que guatemaltecos busquen el llamado «sueño americano».

Datos oficiales indican que 59% de los 17,7 millones de guatemaltecos viven en la pobreza, pese a que el país tuvo en 2018 un crecimiento económico de 3,1%, y el Banco de Guatemala (central) prevé que este año suba a 3,4%.

No obstante, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) revisó a la baja la previsión de 2019, a 2,9%.

Miles de guatemaltecos se aventuran a cruzar México para llegar a Estados Unidos. Alegan huir de la pobreza y la violencia, problemas comunes en el norte centroamericano donde operan las temidas pandillas y bandas de narcotráfico.

El Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) es la región sin conflicto armado más violenta del mundo, según la ONU, y ha sido fuente de multitudinarias caravanas migratorias a Estados Unidos.

– ¿Y la corrupción? –

La elección también estará marcada por la preocupación de los guatemaltecos sobre el combate a la corrupción, ante la perspectiva de que una misión antimafias de la ONU concluirá sus funciones en setiembre próximo.

En 2015, un trabajo conjunto entre la fiscalía local y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), adscrita a la ONU, provocó la renuncia y posterior arresto del entonces presidente, Otto Pérez, acusado de encabezar una estructura de evasión fiscal en aduanas.

El presidente Morales decidió frenar el trabajo de la misión luego de que la Cicig y la fiscalía solicitaran investigarlo por el financiamiento ilegal de su campaña.

Los dos aspirantes presidenciales descartan retomar el trabajo de la Cicig, y para combatir la corrupción proponen crear fiscalías especiales con el apoyo de la comunidad internacional.

(con información de AFP y redacción de Crónica).