Trump, el presidente-animador, hace de la fiesta del 4 de julio su propio show

Washington, Estados Unidos

Tanquetas en el centro de Washington, ruidosos aviones de combate sobrevolando el cielo y un discurso desde las escalinatas del Monumento a Lincoln: bienvenidos a la fiesta nacional del 4 de julio del presidente Donald Trump, que rompe con una tradición estadounidense.

Trump es el comandante en jefe de Estados Unidos, pero también su animador principal y el jueves convertirá el Día de la Independencia en un gran espectáculo personal en horario estelar.

Por lo general, dice Rich Hanley, un experto en medios y cultura popular en la Universidad de Quinnipiac, el 4 de julio funciona como una especie de «alto el fuego» nacional. 

«Es un día en que la gente pone de lado sus diferencias (…) y enarbola la bandera sin entrar en discusiones políticas», dijo. «Luego, el 5, vuelve a lo de siempre».

Pero este año se está reescribiendo el guión acostumbrado.

Hacia las 18H30 locales (22H30 GMT), Trump irá a las escalinatas del monumento que glorifica a Abraham Lincoln, el presidente que defendió la unidad del país durante la guerra civil, para encabezar el acto bautizado «Saludo a Estados Unidos».

El evento, sin precedentes, incluirá un discurso televisado, despliegue de equipamiento militar y una enorme exhibición de fuegos artificiales.

El Boeing 747 utilizado como avión presidencial Air Force One sobrevolará el lugar, al igual que potentes aeronaves de combate, entre los que se espera que haya F-35 y aparatos del escuadrón Blue Angels de la Marina.

Tanquetas y vehículos de combate estarán estacionados en los alrededores, aunque no está previsto que desfilen porque sus ruedas podrían dañar las calles de la ciudad.

El centro de atención, en todo caso, no estará en las armas o en los fuegos artificiales: será Trump.

«Su presidente favorito, ¡yo!», como tuiteó cuando anunció los actos.

– En campaña –

La festividad del 4 de julio es única porque es muy patriótica, pero suele estar libre de la usual pelea entre demócratas y republicanos, y es, por naturaleza, más cívica que militar.

Incluir un discurso presidencial de tan alto perfil en la celebración pone en riesgo esto, pues aunque Trump cuenta con el fervoroso apoyo de cerca de la mitad del país para su reelección en 2020 es de igual forma rechazado por la otra mitad.

El presidente insiste en que puede superar las divisiones al hablar. «Eso creo, creo que he llegado a la mayoría de estadounidenses», dijo a periodistas esta semana.

Sin embargo, minutos después, lanzó una de sus tradicionales críticas a los demócratas y aseguró que cobrarían a todo el mundo impuestos del 95% y «destruirían» el país con un sistema de salud socialista.

Los opositores a Trump planean su propia artillería política en el National Mall, la amplia explanada de césped que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio.

La organización izquierdista Code Pink desplegará su «Baby Trump», un enorme inflable que muestra al presidente en pañales.

Y grupos de soldados veteranos planean entregar camisetas en honor al fallecido senador John McCain, un republicano con el que Trump solía chocar con frecuencia.

– Vendedor, animador, presidente –

Trump, un magnate inmobiliario con experiencia como presentador de televisión, hace uso de sus habilidades en el mundo del espectáculo de cara al evento.

«¡El más fuerte y avanzado ejército del mundo. Sobrevuelos increíbles y los más grandes fuegos artificiales!», tuiteó el martes en lo que parecía un anuncio de circo.

El solo hecho de que hable desde el Monumento a Lincoln, locación del famoso discurso «Yo tengo un sueño» de Martin Luther King en 1963, garantizará imágenes impresionantes.

Pero la inspiración de Trump parece venir menos del movimiento por los derechos civiles y más del desfile militar del Día de la Bastilla al que asistió en 2017 invitado por el presidente francés, Emmanuel Macron.

Impresionado por la marcha de soldados y equipamiento militar en el centro de París, Trump regresó entonces bromeando y diciendo: «Vamos a tener que intentar superarlo».

Su idea era hacer un enorme acto para el Día de los Veteranos, que se celebra el 11 de noviembre, pero la indignación que generó su costo de casi 100 millones de dólares hizo que se cancelara.

Este jueves, tendrá una versión más acotada.

Y solo las quejas políticas, y la previsión de tormentas eléctricas para esa tarde, podrían aguar su fiesta.

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