Pekín, China
Después de seis semanas congelados, los negociadores de China y Estados Unidos retomaron el lunes los contactos sobre la cuestión comercial, a unos días de un muy esperado encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping.
La tensión entre las dos primeras economías mundiales alcanzó cotas máximas en este mes y medio, con un aumento de los aranceles por ambas partes, «listas negras» de empresas y una guerra tecnológica que cada vez se impone más sobre la guerra comercial.
Pero los principales negociadores chinos y estadounidenses redujeron la tensión el lunes con una conversación telefónica, anunciaron el martes los medios estatales chinos.
Durante la entrevista, el vice primer ministro chino, Lui He, el representante estadounidense para Comercio, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, «intercambiaron opiniones sobre cuestiones económicas y comerciales», informó la agencia estatal Xinhua.
Esta conversación tuvo lugar «a pedido del bando estadounidense» y los participantes acordaron mantener el contacto, añadió.
La reanudación de las negociaciones se esperaba desde que la semana pasada se anunció una llamada entre los dos presidentes. Xi Jinping anunció entonces que estaba dispuesto a entrevistarse con Donald Trump al margen de la cumbre del G20 que se celebra el viernes y el sábado en la ciudad japonesa de Osaka.
La reunión bilateral está prevista el sábado, según un alto responsable estadounidense, y las expectativas son altas. Donald Trump amenaza con imponer nuevos aranceles a la totalidad de las exportaciones de Pekín si no se alcanza ningún acuerdo en Osaka. En la mira están 300.000 millones de dólares en productos chinos importados cada año por Estados Unidos.
Trump anunció por sorpresa a principios de mayo un aumento del 10 al 25% de los aranceles impuestos a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares importados cada año por Estados Unidos, además de los 50.000 millones de dólares en importaciones que ya estaban gravados al 25%, acusando a Pekín de incumplir las promesas hechas durante las negociaciones.
Pekín, que rechaza esta acusación, replicó a principios de junio con un alza de sus propios aranceles a productos estadounidenses por unos 60.000 millones de dólares importados anualmente.
Huawei contra FedEx
Estados Unidos reprocha a China ser ampliamente responsable de su enorme déficit comercial y exige que Pekín compre más productos estadounidenses. También reclama reformas estructurales para prohibir, por ejemplo, las subvenciones a las empresas públicas, las transferencias de tecnología forzadas a las expresas extranjeras y la «violación» de la propiedad intelectual estadounidense.
Pero este enfrentamiento comercial cada vez está más dominado por un conflicto tecnológico en el que Trump acusa al gigante asiático de copiar los secretos de fabricación de su país y de amenazar la seguridad nacional.
Así, Washington bloqueó en mayo el acceso de Huawei –el número dos mundial de los teléfonos inteligentes– y de otras firmas chinas a la tecnología estadounidense, aludiendo a motivos de seguridad.
Se trata de un golpe muy duro para Huawei, que depende del sistema de explotación de Google, Android, para sus «smartphones», así como de los chips «made in USA». A partir de mediados de agosto, las exportaciones destinadas a Huawei deberán obtener una autorización especial de la administración estadounidense.
En reacción, Pekín anunció la creación de su propia lista negra de empresas extranjeras «de poca confianza», aunque la composición de la lista aún no se anunció.
El gobierno chino la tomó en particular con el gigante estadounidense del correo, FedEx, al que acusa de haber enviado mal paquetes de Huawei.
Donald Trump advirtió también que prevé abordar con Xi las tensiones en Hong Kong, donde tuvieron lugar enormes manifestaciones contra un proyecto de ley que autoriza las extradiciones a la China continental.
Pekín señaló que abordar esa cuestión está fuera de cuestión.