Ciudad de Panamá, Panamá
Panamá se prepara para realizar este domingo sus sextas elecciones generales desde la invasión estadounidense de 1989, tras una de las campañas más decaídas de los últimos años debido a nuevas reglas que las restringen y una cohorte de candidatos presidenciales poco diferenciados.
Un hervidero de gente, como cada día, sale de una de las estaciones de metro de la Vía España, una de las principales arterias de Ciudad de Panamá.
El domingo 2.7 millones de panameños están llamados a las urnas para elegir un nuevo presidente y renovar la Asamblea Nacional y los múltiples gobiernos locales.
Desde la estación se divisan los rascacielos de la zona bancaria y el centro financiero panameño, en el ojo del huracán por el escándalo internacional de los Papeles de Panamá.
Pero de una campaña electoral no hay vestigios.
La escena contrasta con las jornadas preelectorales de antaño, cuando la campaña duraba prácticamente un año y las calles, avenidas, carreteras y casas se llenaban con carteles de apoyo a los candidatos.
Ahora, una nueva ley electoral limita los costos de la campaña y reduce su tiempo a dos meses. Incluso, es obligatorio retirar la publicidad partidaria días antes de las elecciones, lo que ha hecho que la capital panameña parezca la misma de un día cualquiera.
“Es la campaña más aburrida, la más sosa, la más controlada y la más amarrada”, dijo a la AFP el director del diario Metro Libre, James Aparicio, quien cubre elecciones panameñas desde los años ochenta.
Para el director de los servicios informativos de Radio Panamá, Edwin Cabrera “esta campaña es absolutamente atípica en comparación a todo lo que hemos conocido antes”.
Candidatos sin chispa
La ausencia de un debate entre partidos, la mayoría muy parecidos ideológicamente, y el perfil de los candidatos tampoco ha ayudado a calentar el ambiente.
“A eso añádele la personalidad de los candidatos, que no son personalidades fogosas, intensas o histriónicas”, afirmó Cabrera.
Los principales aspirantes presidenciales, salvo una excepción, tampoco han realizado grandes cierres de campaña ni mítines multitudinarios como en elecciones anteriores.
Por eso es qué “hay tanta incertidumbre sobre los resultados”, afirmó Aparicio.
Tras el golpe militar de 1968 que encumbró al general Omar Torrijos, y durante el gobierno de facto, del dictador ya fallecido, Manuel Antonio Noriega, en Panamá el debate político se centró en defender o fustigar al gobierno militar.
Posterior a la invasión estadounidense de 1989, que puso fin a la dictadura de Noriega, las elecciones también fueron protagonizadas por partidos representativos de esas viejas rivalidades, hasta el triunfo del expresidente Ricardo Martinelli en el 2009.
Incertidumbre
Ahora la realidad es muy diferente, según los analistas.
Siete candidatos se medirán en las elecciones del domingo, aunque las encuestas dan como favoritos a tres: los opositores Laurentino Nito Cortizo, del Partido Revolucionario Democrático (PRD, socialdemócrata); Rómulo Roux, de Cambio Democrático (derecha) y el independiente Ricardo Lombana.
Cortizo, exministro del gobierno de Martín Torrijos (2004-2009), centra su programa en mejorar la educación, reformar el Estado, impulsar la economía, combatir la pobreza y la desigualdad y mejorar la transparencia gubernamental.
Roux ha destacado los logros económicos y la gestión del gobierno de Martinelli -actualmente detenido-, de quien fue su canciller.
“Estoy inclinado por Nito Cortizo por su capacidad, experiencia y conocimiento y creo que tiene todas las herramientas y la estructura para realizar gran parte de lo que ha propuesto”, dijo Miguel Carrio, un vendedor de seguros.
Lejos de Vía España, en los alrededores del mercado de mariscos, el jubilado Osvaldo Tuñón piensa diferente. “El pueblo le va a dar el voto al partido Cambio Democrático, un partido que hizo crecer el país, hubo trabajo, empleo y el pueblo quedó satisfecho”, indicó Tuñón.
En las últimas semanas Lombana, excónsul de Panamá en Washington durante el gobierno de Torrijos, ha crecido en las encuestas con un virulento discurso contra la corrupción y los partidos tradicionales, en momentos de un creciente repudio a la clase política por varios escándalos.
“Mi candidato favorito es Ricardo Lombana”, dice desde la zona bancaria Dolores De Gracia.
“Porque en realidad estoy buscando un cambio, este país necesita un cambio, confío en él y espero que la corrupción se acabe”, afirmó a AFP.