José Alfreo Calderón
Historiador y analista político
“Lo que no se siente no se entiende, lo que no se entiende no interesa.”[1]
Esta frase con la que inicio mi columna, me ha acompañado por años y me ha permitido entender la lógica del por qué unas personas aprenden unas cosas y no otras, por qué muestran interés en unos asuntos y otros simplemente no los atraen. Este aforismo es particularmente importante para quienes nos hemos dedicado por mucho tiempo a la enseñanza en distintos niveles y con distintos grupos de personas con perfiles sociales, culturales, políticos y académicos diferentes. Las personas aprenden si algo les interesa, y algo les interesa, si lo sienten como propia afectación. Por eso no es casual que los latinos tengamos expresiones como: “Yo siento que”, preferentemente sobre “yo creo que”[2] para referirnos a todo tipo de cuestiones. En el caso guatemalteco, esto es particularmente visible en política ante preguntas como: ¿Quién crees que va a ganar las próximas elecciones?, la gente se inclina por decir: Yo siento que ganará fulano, lo cual, es una mezcla confusa de “yo creo que” y “yo quiero que”.
Traigo a colación esto por la inminente consulta de este domingo, donde muchos guatemaltecos no saben qué hacer. A continuación reproduzco una serie de cuestionamientos concretos que muchas personas me han hecho, muchos de ellos con instrucción universitaria. ¿Asisto a votar? ¿Voto sí? ¿Voto no? ¿Me abstengo? ¿Qué es lo que realmente pasa o pasará? ¿Si voto sí, recuperamos Belice? ¿Si voto no, soy un mal guatemalteco porque ya no recuperaremos Belice? ¿Si me abstengo de votar, no ejerzo mi ciudadanía? ¿Después de la consulta del domingo 15 se resolverá todo? ¿Por qué unos dicen que si gana el no, deberemos hacer cuántas consultas sean necesarias hasta que gane el sí? ¿Cuántas preguntas vendrán en la consulta? Si esto sucede con personas supuestamente informadas y “formadas”, qué podemos esperar del resto, todos aquellos que no tienen acceso a noticias por medios de comunicación (tradicionales o no) y/o que, por desnutrición, carecen de pensamiento crítico al no haberse podido formar adecuadamente sus neuronas durante su primera infancia (0 a 3 años).[3]
Juristas, diplomáticos, e internacionalistas podrán dar explicaciones técnicas amplias y muy posiblemente complicadas, dadas las características del diferendo y las ínfulas propias de un sector académico, que se sabe más que privilegiado en un país de tantas carencias. De hecho, los historiadores hemos dado también amplios relatos sobre el devenir histórico del conflicto. Pero el ciudadano y la ciudadana de a pie (la inmensa mayoría), necesita que le expliquen de forma muy sencilla: Qué es lo que realmente votará este domingo y si su voto es definitivo. Pero lo más importante: ¿Qué gano él o ella, que gana su familia y que gana Guatemala con ir a votar este domingo? Y en cuestiones como ésta es donde adquiere sentido la frase del venezolano Simón Rodríguez.
No hablaré aquí de la manipulación política que se ha hecho del caso Belice[4], ni del oneroso gasto que significará, ni de la insignificante socialización y explicación clara del tema, ni de la nula anticipación para preparar a la población ante la consulta. Pero sí debo hacerle una primera recomendación estimado lector: Vea el asunto desde la perspectiva actual y no bajo los supuestos aprendidos repetitivamente desde la primaria, bajo las formas más primitivas de nacionalismo trasnochado. Belice es un Estado libre y soberano –miembro del Commonwealth[5]– reconocido por Naciones Unidas y por el propio Estado de Guatemala, quien tiene embajada y consulado acreditado en ese país. ¿La historia no cuenta? Para efectos prácticos, y en las actuales circunstancias, muy poco. ¿Es justo el reclamo guatemalteco? Siempre lo fue, pero la incapacidad y corrupción de los gobiernos militares y la llamada “clase política”, nos tiene al punto de un bochorno más.
Una segunda recomendación sería revisar el texto constitucional relativo al caso Belice, el cual habla de que cualquier solución DEFINITIVA será sometida a consulta popular (Art. 19 de la parte transitoria). Esta consulta para nada es definitiva pues solo se dirá si o no, a la posibilidad de que la Corte Internacional de Justicia de la Haya –CIJ–, conozca el caso. Siempre y cuando, también se dé la posibilidad de que Belice realice una consulta similar, para lo cual ni siquiera tienen previsto fecha nuestros vecinos.[6] Siempre en el mundo de las posibilidades, el potencial (e inseguro) sometimiento del caso a la CIJ, es sí y solo sí, gana el SÍ en ambos países (con el porcentaje que sea). En el supuesto de que ambas consultas se realicen y gane el sí (cuestión muy poco probable), las posibilidades de que la CIJ falle en favor de Guatemala, también son mínimas. Así mismo, convendría revisar el Art. 173 constitucional, el cual manda que las preguntas[7] de cualquier consulta deben ser precisas. Invito al estimado lector a releer la pregunta tan larga, y verificar esta precisión.
Una tercera y última recomendación es preguntarse el beneficio real de cualquier escenario. Si gana el sí con una raquítica participación (muy previsible), ¿estará Guatemala mandando un mensaje claro y contundente a Belice, a la comunidad internacional y a la propia CIJ? Si gana el no, aparte del bochorno, ¿aguantarán los guatemaltecos otro intento más de una nueva consulta para ver si al fin gana el sí?
La intención de este artículo es dar una orientación lo más sencilla posible a la gran mayoría de personas que están desorientadas, para lo cual recurrí a la consulta de expertos en el tema, más los conocimientos de mi propio acervo. Al respecto, dejo acá el link del intelectual que, a mi criterio, ha sintetizado mejor el tema: https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/11/10/ardid-y-absurdo-la-consulta-sobre-belice/
No se apene mucho mi potencial votante, los que nos la llevamos de informados y entendidos, también tenemos dificultades para entender este entuerto en el que nos metieron. Que cada quien obre según su conciencia y alcances. Yo no soporto la manipulación y aprovecharé este domingo para leer un buen libro en la comodidad de mi hogar.
[1] Simón Rodríguez, educador de Simón Bolívar.
[2] Quedará para otra oportunidad esa particularidad de mencionar: “yo creo” como sinónimo de duda, cuando en realidad debería ser afirmación, creencia, fe en lo que se está afirmando.
[3] Se debe recordar que el 46.7% de los niños de Cero a Cinco años (dato más reciente al 2015), padece desnutrición crónica, es decir que prácticamente la mitad de la población sufre de impacto negativo en talla, peso y formación neuronal, la que permite el razonamiento lógico.
[4] Desde Ydígoras (1958-1963), pasando por Kjell Laugerud (1974-1978) y ahora el actual gobierno, han usado este asunto como un distractor político y una válvula de escape a su falta de legitimidad.
[5] Mancomunidad británica de naciones (53 miembros) y cuya fuerza e importancia es mucho mayor que la de Guatemala.
[6] Ya en 2013 fracasó un intento por realizar conjuntamente una consulta simultánea.
[7] En este caso es solo una pregunta larga que requiere un sí o un no.