El escándalo Weinstein una vez más mostró el lado sórdido de Hollywood, pero el rampante acoso sexual en los lugares de trabajo puede difícilmente limitarse al glamuroso mundo del entretenimiento.
Desde la encargada de limpieza a la ejecutiva de una corporación, un punto común es el abuso de autoridad de jefes o colegas que coaccionan a sus víctimas, muchas veces seguros que su conducta no se hará pública.
El ‘Show business’ es particularmente vulnerable porque es altamente competitivo y tradicionalmente depende de relaciones y conexiones, explicó Ann Fromholz, una abogada especializada en acoso.
«El estándar para entrar y crecer no estrictamente tiene que ver con mérito, puede ser la apariencia, o a quien conoces», explicó. «Mucha gente que ya está en la industria termina tolerando conductas que odian porque, hasta ahora, era el precio de admisión».
El escándalo de Harvey Weinstein ilustra al extremo el problema: el otrora influyente productor de Hollywood fue señalado por unas 40 actrices de conducta inapropiada, que va de acoso a violación.
Pero Fromholz indicó cómo se ha cruzado con «historias de horror» de conserjes, trabajadoras rurales y de restaurantes, un sector que en Estados Unidos ocupan muchos indocumentados temerosos no solo de perder sus trabajos sino de ser deportados.
«Hay una broma negra entre los abogados laboristas, decimos que trabajar en un lugar con camas es una terrible idea, estamos hablando de hoteles, hospitales…», indicó.
Otros perfiles de gente cuya conducta abusiva generalmente sale impune incluye abogados de alto perfil; inversionistas de las empresas de tecnología de Silicon Valley; o celebridades de la televisión como Bill O’Reilly, cuyo reinado en la cadena Fox News llegó recientemente a su fin tras una avalancha de denuncias.
Una encuesta a 2.000 mujeres realizada en 2015 por la revista Cosmopolitan reveló que una de cada tres habían experimentado algún tipo de acoso en el trabajo, incluidos avances físicos o verbal no deseados, y demandas a cambio de favores sexuales.
Y más de las tres cuartas partes dijo que no presentó ningún tipo de queja.
– «Suficiente» –
Los pasillos de edificios de gobierno no son excepción, con asistentes y hasta legisladoras siendo objeto de insinuaciones y toqueteos indeseados.
Más de 140 personalidades políticas y empleadas del gobierno de California firmaron una carta abierta en la que dijeron «suficiente». «Como mujeres líderes políticas, en un estado que se muestra como líder en justicia y equidad, pueden asumir que nuestra experiencia es diferente. No lo es».
«Cada una de nosotras ha sufrido, sido testigo o trabajado con una mujer que ha experimentado algún comportamiento deshumanizante por parte de hombres con poder», añadieron.
Expertos en la materia insisten en que una política clara es esencial para crear una cultura saludable de trabajo, con castigos para aquellos que crucen la línea.
Exactamente lo opuesto a lo que ha sido reportado sobre el contrato de Weinstein en el estudio que fundó con su hermano. Según el sitio TMZ, lo protegía de ser despedido por alguna queja de acoso sexual siempre y cuando reembolsara el dinero que conllevara alguna demanda a la compañía.
Era el equivalente a dar luz verde al acoso, dijo la abogada laborista Genie Harrison.
En 1986, la Corte Suprema reconoció el acoso sexual como una violación a la ley de Derechos Civiles de 1964 que prohíbe la discriminación por raza, color, religión, sexo o nacionalidad.
El típico caso de acoso tiene que ver con el pedido de un favor sexual a cambio de un ascenso. Otra queja frecuente es la creación de un ambiente de trabajo hostil a través de bromas o insinuaciones sexuales, señaló Harrison.
Hay también alguna que otra noticia buena: en el curso de sus 23 años de carrera, Fromholz aseguró que ha habido un cambio generalizado positivo en la conducta. «Hay una consciencia mayor de la conducta que es aceptada y la que no».
Y el romance en el trabajo, puede y continuará. Solo que al explorar opciones para salir con alguien hay que tener más cuidado que cuando se conoce a alguien en una cena o un bar, añadió la abogada.
Al final, concluye, todo se resume a un tema de receptividad