México expresó este jueves sus condolencias a Estados Unidos por las víctimas que dejó el huracán Harvey y reiteró el ofrecimiento de su ayuda para los damnificados, informó este jueves la cancillería mexicana, mientras el presidente Donald Trump insiste en erigir su muro fronterizo.
El presidente Enrique Peña Nieto «expresa sus condolencias al pueblo estadounidense y a los familiares de las personas fallecidas» tras el paso de Harvey por Texas, indica un comunicado de la cancillería, al subrayar que tres mexicanos murieron tras el paso del fenómeno meteorológico y otro más se encuentra desaparecido.
Desde el domingo pasado, el gobierno de México ofreció «toda la ayuda y colaboración que puedan brindar las distintas dependencias gubernamentales (…) como deben hacerlo siempre los buenos vecinos en momentos de dificultad».
El ofrecimiento atizó una polémica sobre si Trump -quien provocó la peor crisis diplomática entre México y Estados Unidos en la historia reciente- debía aceptar o no la asistencia.
Este jueves, México reiteró su ofrecimiento de apoyar al estado de Texas.
El gobernador de ese sureño estado, Greg Abbott, y el Departamento de Estado estadounidense «agradecieron y aceptaron la ayuda ofrecida», aseguró la cancillería mexicana, que se dijo «en espera de las listas de necesidades de mayor utilidad para la población afectada».
Pese al gesto, las asperezas entre ambos países continúan.
Este jueves, el gobierno estadounidense anunció que seleccionó a cuatro empresas para construir prototipos de muros de concreto reforzado en la frontera con México.
Argumentando que los inmigrantes mexicanos indocumentados son «criminales», Trump prometió en su campaña que construiría una muralla fronteriza pagada por México, y ahora amenaza con retirarse del tratado de libre comercio que sostiene con su vecino del sur.
El huracán Harvey, que el pasado viernes golpeó Texas y luego provocó inundaciones sin precedentes, es responsable directa o indirectamente de la muerte de al menos 38 personas, según cifras oficiales, y se estima que los daños le costarán a Texas más de 58.000 millones de dólares.