José Alfredo Calderón E.
Vimos en la primera parte, las dificultades que tenemos los guatemaltecos de a pie para construir referentes, cuestión que no sucede con las elites, quienes tienen el tiempo, el dinero y una serie de advenedizos, adláteres y empleados que se dedican con esmero a diseñar e implementar los sueños de quienes les pagan o simplemente encarnan lo que ellos quisieran ser. Ubico encarnaba como ya se dijo, la materia prima para dejar un legado que pudiera servir a las elites para ser no solo clase dominante sino clase hegemónica.
Pero cualquier persona con sentido común no podría explicarse, cómo un producto tan malo –como el dictador de los casi 14 años– podría “venderse” como el ideal presente y futuro para gobernar una nación que se definía como sedienta de mano dura porque si no, no aprendía. De pocas luces, con habilidades únicamente para los deportes y con un ejercicio gubernamental basado en la fuerza, la opresión, el escarnio[1], la visión miope, la torpeza técnico administrativa y el rechazo popular, Ubico necesitó de condiciones específicas que el contexto no daba. Con una incipiente radio estatal[2], sin televisión y con un terrible analfabetismo que hacía de los pocos periódicos del país, un privilegio de minorías, Ubico y las elites que lo apoyaban se valieron de una herramienta en la que pocos creían: el cine. De hecho, hasta la fecha, muchas personas ignoraban la vasta producción cinematográfica del también conocido con el poco afortunado término de “Chiclán”.[3]
Ante la inexistencia de una entidad directamente relacionada con el cine, fue la Tipografía Nacional la encargada de producir las famosas “Actualidades Guatemaltecas”, que no eran más que noticieros fílmicos sobre la actividad estatal, con énfasis (mucho énfasis) en las giras presidenciales de Ubico al interior de la República y todas las noticias que pudieran ensalzarlo. Para popularizar este material, se habilitaron improvisadas salas de cine en los centros escolares, así como “…la creación de un sistema de distribución y exhibición en las salas de cine y, complementariamente, con las exhibiciones en espacios abiertos durante las giras presidenciales en todo el país.”[4]
Se llegaron a producir hasta 25 “Actualidades” anualmente y la Cinemateca Universitaria “Enrique Torres” posee al menos 500 rollos de estos filmes, nos refieren los autores de la investigación citada. Entre los objetivos de la investigación histórica basada en imágenes, está “evidenciar que el mito es un relato interiorizado por la población a partir de las imágenes expuestas en los medios de comunicación.”
Más que evidenciar los lugares comunes y oprobiosos de la dictadura Ubiquista, nuestro propósito es demostrar que la construcción del mito no es obra de la casualidad o de la simple tradición oral, sino de una planificada y orquestada construcción del gobernante mitificado y las elites oligárquicas del país, quienes aprovechan el recurso fílmico para perdurar la imagen de gobernante “probo y bueno” durante décadas después de su muerte en 1946. “Si las palabras son poderosas y pueden cargarse de extensos sentidos, las imágenes con mayor razón, son armas eficaces, que pueden ser construidas para transmitir información a un público mucho más vasto, porque no suponen la capacidad, el interés, la dedicación y el tiempo para leer un documento. Son consumidas por más personas, de forma más rápida y la mayoría de las veces sin la consciencia de que se está recibiendo una puntual información.”[5]
La polémica sigue servida, pues las familias más conservadoras (con Arzú Irigoyen a la cabeza) siguen suspirando por una figura como la de Ubico, el dictador. La gran diferencia es que la población tiene ahora –a 73 años– múltiples recursos alternativos para formarse e informarse; y muchos han optado por conocer y aprender de su historia.
–Historiador y analista político–
[1] Aún en la debacle, cuando renuncia el 1 de julio de 1944, siete días después que 311 ciudadanos notables le pidieron la renuncia y cinco días después de grandes manifestaciones, el dictador se ufana de que se va, no lo echan y que los opositores son un ínfimo grupo de malos guatemaltecos (cualquier parecido con la realidad actual NO es pura coincidencia).
[2] El presidente Lázaro Chacón recién la había fundado el 15 de septiembre de 1930.
[3] Hombre que tiene sólo un testículo, el cual, había perdido en el bautizo de la Escuela Politécnica con un “toallazo” que le propinaron los otros alumnos. Esto provocó su odio hacia ese centro militar y tuvo como consecuencia el no haber tenido hijos, aunque eso no opacó sus tendencias “mujeriegas”.
[4] Edgar Barillas, Gabriela Grijalva Menéndez e Isabel Rodas Núñez. Ubico y el Cine: La creación del Mito. Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas, 2016, Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
[5] Prólogo de Regina Fuentes, coordinadora del Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas –IIHAA– de la Escuela de Historia, USAC.