José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
Los guatemaltecos tienen serias dificultades a la hora de construir un listado básico de personajes nacionales que reúnan respeto y admiración (agregar cariño ya es un exceso). Quizá para entender esto se deba recordar a Dante Liano[1] quien decía: “En Guatemala, el ninguneo y la descalificación parecen deporte olímpico”. A pesar de la romántica historia de que el pecho rojo del quetzal se debe a su posicionamiento sobre el cuerpo teñido de sangre del Rey Quiché Tecún Umán en los llanos de Urbina, era imposible que las élites oligárquicas apoyaran y promovieran un mito en torno a la figura de un “indio”.[2]
Rafael Carrera tampoco podría entrar en el imaginario dominante por su condición de mestizo, a pesar de su caciquismo de 30 años al frente del régimen conservador[3]. Justo Rufino Barrios no llenaba los requisitos de clase y Miguel García Granados, si bien los llenaba, solo estuvo dos años al frente del gobierno liberal (1871-1873). Estrada Cabrera por su parte, salió por la puerta de atrás, expulsado por las mismas elites[4] en la deshonrosa condición de “interdicto”.
La tercera y última dictadura cafetalera, sería el escenario propicio para edificar el mito. El caudillo que gobernó férrea y fraudulentamente por casi 14 años, encarnaba los valores de las élites, no por pertenencia directa sino por su cercanía y condición de adlátere idóneo. Hijo de Arturo Ubico Urruela[5] y ahijado de Justo Rufino Barrios y doña Francisca de Barrios, su condición socioeconómica le permitió estudiar –sin mucho éxito– en los mejores centros educativos del país, ingresando posteriormente a la Escuela Politécnica, donde tampoco pudo culminar su carrera.
De pocas luces intelectuales, el mito empieza a construirse a partir de sus “extraordinarias” dotes en la equitación, la natación, el tiro al blanco, la gimnasia y la esgrima. Al ya mencionado respaldo de las élites, se suma el apoyo económico de la United Fruit Company, antes y durante su gestión presidencial de facto, así como un meteórico ascenso en su carrera militar.
Desde el lejano 1897 cuando fue nombrado en Tactic, Alta Verapaz como Jefe Político, en grado de teniente de infantería (a los 19 años de edad), ya a los 28 era general de brigada. Todavía joven ocupa el puesto de Gobernador de Retalhuleu y posteriormente el Secretariado de Guerra (Hoy ministerio de la defensa) en 1923.
Cabe mencionar que su trepidante ascenso se da durante la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, pero en 1920, se da una coyuntura especial: su nombramiento como Secretario de Fomento, coincide con la crisis de los últimos días del dictador, por lo que en un acto de deslealtad, toma distancia y renuncia, no sin antes percatarse que la Asamblea Legislativa había declarado oficialmente interdicto a Estrada. Su argumentación fue que se distanciaba de un gobierno tiránico (así nuestra historia patria…).
Posteriormente, sus apariciones en torno a los golpes de Estado se hicieron habituales. En 1921 forma parte de la Junta Militar que da posesión al general José María Orellana[6] quien lo asciende a general de división, convirtiéndolo en el primer designado a la Presidencia y jefe de la Policía Secreta. Dada su megalomanía y deslealtad, no tardó en distanciarse también de Orellana hasta que este fallece en 1926. Luego, el presidente interino Lázaro Chacón convoca a elecciones, ocasión propicia para que Ubico funde el partido Liberal Progresista y se presente como candidato en contra del mismo Chacón. Fue derrotado, pero años más tarde se convertiría en Presidente[7]. Continuará…
[1] Extraordinario y exiliado escritor guatemalteco de mucha fama en Europa, que reside en Milán, Italia, pero que es casi desconocido en este bello paraje tropical.
[2] Se usa “Indio” como categoría económica y sociohistórica acuñada por Severo Martínez, quien muy a pesar de los desvelos y urticaria conservadora, sigue siendo la mejor fuente documentada sobre la Colonia.
[3] Las elites siempre han suspirado por los dictadores, siempre y cuando sean miembros de su clase o, en último caso, adláteres fieles.
[4] Por supuesto que a todo movimiento de este tipo, siempre se le adereza un componente “popular”, para hacer más romántica y legítima la efeméride.
[5] Abogado y político liberal, presidente de la Asamblea Legislativa durante gran parte de la dictadura Cabrerista. De condición económica acomodada y en lo político, adlátere de las élites oligárquicas, con origen vasco por parte de madre (Urruela).
[6] Del diminutivo de este gobernante y la aparición de su efigie en los billetes de un quetzal a partir de 1924, deviene que por muchos años, la población denominó “chemas” a dichos billetes.
[7] Cabe mencionar que la gran admiración que sentía Ubico por Hitler, también coincide con parte de su historia política (guardando las distancias). Un Ubico derrotado en 1926, gana las elecciones en 1931 y luego se convierte en dictador. Un Hitler derrotado por amplio margen en 1932, se convierte en Canciller de Alemania en 1933 y en 1934 ya ejercía el poder absoluto.