Renzo Lautaro Rosal
El presente y el futuro de varios mandatarios alrededor del mundo está fuertemente comprometido. Trump pasa por momentos difíciles, varias de sus decisiones no han podido operarse por
de jueces, incluso partidarios republicanos han marcado distancia. Recientemente, en la Cámara de Representantes, uno de sus miembros (Al Green, demócrata por Texas) llamó a iniciar el proceso de impeachment después del despido del director del FBI, quien investigaba los posibles vínculos de las filtraciones en campaña y durante el inicio del gobierno con Rusia. El Presidente de Brasil, Michel Temer, también pasa por momentos cuesta arriba. Recién salió a luz la grabación en la que solicita dinero a un empresario para callar a un testigo clave involucrado en el macro-caso Lava Jato. Varios ex mandatarios de América Latina aparecen en las listas de beneficiarios de los sobornos otorgados por la empresa Oderbrecht, lo cual ha comenzado a sacudir epicentros importantes de la región como Perú, Colombia, Panamá, Guatemala, entre otros. Los partidos políticos oficiales de Costa Rica y Guatemala no escapan al asunto, están involucrados en presuntas ilegalidades en el financiamiento otorgado en las respectivas campañas electorales.
Los Presidentes han perdido poder y legitimidad real. Sus decisiones son cuestionadas, sus marcos de decisión son frágiles y sometidos a múltiples pruebas del ácido. Curiosamente, las reacciones de ellos son diversas. Algunos se han dado a la tarea de resistir, cuestionar a los detractores, hablar de cacería de brujas, señalar a sus opositores como los responsables de los golpes bajos. Otros, los reacios a las críticas y que creen que pueden incluso salir fortalecidos de la coyuntura, han optado por sacar el pecho, promover reformas constitucionales para quedarse en el poder por más tiempo. Ese es el caso de Daniel Ortega en Nicaragua y Nicolás Maduro en Venezuela. Otros mandatarios han optado por ceder la estafeta a políticos afines para mantener cierto grado de influencia pero sin sacar la cara. Ese es el caso de Lenín Moreno en Ecuador que sucede a su afín Rafael Correa. El elemento común es mantenerse activo, intentar reaccionar ante la coyuntura que corre en vientos contrarios. Lo que no está como opción es guardarse, acomodarse y hacer como que no pasa nada. Ese es nuestro caso nacional.
El Presidente Morales podría estar desaparecido, enfermo por una larga temporada, de paseo familiar o simplemente guardado en su casa. Su presencia o ausencia no pesan absolutamente nada. Lo que diga ocasionalmente cuando acude a algún acto de cierta importancia solo da para memes, burlas y poco más. Sus decisiones no son notorias. En síntesis, pasa desapercibido. Eso es terrible desde dos ángulos: la coyuntura prevaleciente desde 2015 no debería dar espacio para semejante invisibilidad. Si algo necesitamos son decisiones agudas, retadoras y rompe moldes. Además, se pone en serios aprietos el futuro de la figura presidencial. Bajo el ejemplo actual, cualquiera, literalmente, lo podrá relevar en las elecciones de 2019. Igualmente, cualquier decisión podría salir de Casa Presidencial, cualquiera puede integrar el gabinete, en cualquier momento pueden darse destituciones o decisiones antojadizas vía whatsap. Incluso, algunos han llegado a plantear la aplicación del Artículo 189 de la Constitución Política por su falta temporal que más parece absoluta.
Cuál es el sentido de mantener a un conductor que no está al frente del volante y cuando aparece no tiene idea de qué hacer con él? Tiene sentido un gobernante simbólico? Ante lo sucedido en el gobierno pasado, debemos acudir a la idea de mantenerlo en pie a pesar de todo? Es ese el imaginario que queremos como sociedad respaldar para los siguientes períodos presidenciales? Ese es el mensaje que queremos dar a los partidos políticos, reciclados, resistentes y nuevos que comienzan a perfilarse?
A pesar del ambiente candente que condiciona el actuar presidencial, están pasando momentos decisivos. Ejemplifico con tres presidentes electos en semanas recientes que orientan sus primeras actuaciones con sentido de aprovechamiento del momento para salir a la palestra: El Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, el Presidente recién electo de Francia, Emmanuel Macron, el también nuevo Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In. Tres tipos de personalidades distintas, con diversos antecedentes de vida, representantes de variados pensamientos políticos pero unidos por los signos de esperanza que alientan a sus conciudadanos y al resto del mundo, interesados todos por nuevos signos de conducción política.