- La selección de Francia vuelve a instalarse entre las favoritas naturales para el Mundial y nadie duda que con el mejor jugador del mundo en sus filas pelearán por todo.
Su clasificación, lograda con una autoridad que ya se ha vuelto marca registrada, confirma algo que se percibe desde hace casi una década: el proyecto francés vive el periodo más estable y competitivo de su historia reciente. Aun sin brillo permanente, el equipo de Didier Deschamps encuentra siempre la forma de ser fiable, físico y eficaz.
Pero detrás de esa estructura, una figura sobresale como eje emocional y deportivo: Kylian Mbappé, el futbolista más determinante a nivel selección en la actualidad.
Claves de la clasificación: un equipo que gana incluso cuando no convence
Francia no necesitó grandes exhibiciones colectivas para asegurar su presencia en el Mundial. Su clasificación estuvo marcada por:
Francia sigue siendo una selección que impone desde el físico: transiciones rápidas, recuperación inmediata y capacidad para sostener duelos en cualquier zona del campo.
A pesar de cambios en nombres y ajustes posicionales, la línea defensiva francesa mantiene una fiabilidad notable. Upamecano, Saliba, Konaté y Theo Hernández han ofrecido un nivel muy alto, con Mike Maignan consolidándose como un portero de clase mundial.
Efectividad en momentos clave
Incluso en partidos trabados o de baja creatividad ofensiva, Francia resuelve por jerarquía individual. Oportunismo, balón parado y ataques directos continúan siendo armas letales. El impacto de Kylian Mbappé, estrella, guía y termómetro emocional
Hablar de Francia es hablar de Mbappé. Su influencia es total:
Determinante en ataque
Participa directa o indirectamente en casi todas las jugadas de riesgo. Su capacidad para lanzar contragolpes, ganar duelos individuales y decidir partidos lo convierte en un recurso irremplazable.
Libertad táctica
Deschamps lo ubica preferentemente por la izquierda, pero con licencia absoluta para moverse: puede caer al centro, atacar espacios por dentro o desbordar por fuera. Su presencia obliga a los rivales a replegar un bloque entero hacia su sector.
Liderazgo consolidado
Ya no es solo el joven prodigio: es capitán, referente emocional y líder del vestuario. Sus gestos, energía y capacidad de arrastrar al equipo se ven en cada cita clave.
Un ecosistema adaptado a él. El sistema francés, en gran medida, se diseña para potenciar sus virtudes:
Carril izquierdo liberado para correr. Un mediocampista que compense sus movimientos (Camavinga/Tchouaméni). Un «9» que fije centrales (Giroud o Kolo Muani). Un extremo derecho que equilibre (Dembélé o Coman).

La propuesta táctica de Deschamps: equilibrio + verticalidad
Francia no tiene un estilo elaborado de posesión, sino un modelo basado en: Bloque medio-bajo muy sólido
Francia prioriza protegerse bien antes que arriesgar con la pelota. Deschamps nunca ha pretendido ser un técnico de fútbol posicional; prefiere control sin balón.
Transiciones como arma principal Cuando roba, acelera. Francia es imparable corriendo porque Mbappé abre espacio. Dembélé/Coman amplían la cancha.
Los interiores llegan desde atrás. El lateral izquierdo (Theo) suma potencia ofensiva. Un mediocampo físico y tácticamente disciplinado El triángulo Camavinga – Tchouaméni – Griezmann (o Rabiot) ofrece recuperación rápida, criterio, juego entre líneas, llegada al área cuando el rival se hunde
¿Es Francia favorita para ganar el Mundial? Sí, y por varias razones
La selección francesa combina generación de talento incomparable, profundidad en todas las posiciones, un líder que marca diferencias (Mbappé), un técnico que conoce a la perfección la competición.
El único interrogante es su dependencia emocional de las individualidades. Si Mbappé no está en plenitud o el rival le cierra espacios, Francia a veces sufre para generar ataques posicionales.
