
Mientras unos no caben de alegría porque el escenario será el Estadio del Trébol o Manuel Felipe Carrera, otros mejor se esconden porque jamás estuvo listo el Doroteo Guamuch Flores debido a un atraso casi criminal en colocar una simple gramilla lo que en otros países es rutina».
Hugo Castillo Aragón
En el futbol, las frases fabricadas por los medios y periodistas se convierten en ley y pasan a formar parte de la colección de argumentos para que los aficionados se aferren a sus ilusiones y sobre todo para justificar las derrotas.
“La cancha pesa”, “la presión que ejerce la afición, si está cerca de la cancha, es fundamental”, “el público está encima de los jugadores y eso afecta al visitante”, entre otras, sirven para justificar las debilidades de cualquier equipo que pone sus esperanzas en asuntos mágicos antes que en sus verdaderas condiciones.
No podemos negar que en este deporte lo que vale son las condiciones físicas, técnicas y tácticas y lo demás, en la mayoría de los casos, sale sobrando o es simplemente el color antes o después de un encuentro para que el entretenimiento no se limite a 90 minutos.
Oraciones, cábalas y mil trucos más poco sirven, no solo en el fútbol, sino en cualquier deporte ya que gana y manda el mejor y pierde el inferior, así se sencillo.
Me refiero a esto, en plenas eliminatorias mundialistas, cuando el debate sobre el estadio donde Guatemala jugará sus dos últimos partidos, cruciales porque debe ganar los seis puntos en disputa, es debate nacional y mientras unos no caben de alegría porque el escenario será el Estadio del Trébol o Manuel Felipe Carrera, otros mejor se esconden porque jamás estuvo listo el Doroteo Guamuch Flores debido a un atraso, casi criminal, en colocar una simple gramilla lo que en otros países es rutina.
El fondo del asunto es precisamente la incapacidad de tener un estadio a tiempo que es el reflejo de como se maneja el deporte de este país, muy similar a lo que vemos a diario en el gobierno, un tortuguismo impresionante para resolver cuestiones mínimas que afectan a la población.
El anteriormente llamado Estadio Nacional Mateo Flores, ya es una joya, construido en los años 50 para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que fue innovador porque estaba en un complejo deportivo que sorprendió en ese entonces y que poco a poco se deterioró hasta lo que tenemos hoy en día, un recinto pasado de moda y sin las condiciones que se requieren para los nuevos tiempos, ya que no ofrece la comodidad que el aficionado de este siglo requiere.
Al Estadio Nacional se le han hecho diversos chapuces en los últimos años y de aquella capacidad de más de 60 mil personas, en donde hasta en los anuncios se colaban los espectadores, pasó a un aforo menor luego del 16 de octubre de 1996, el día fatídico, en donde murieron más de 80 personas en la general sur debido a la sobreventa de boletos.
Fue precisamente antes de un partido contra Costa Rica por las eliminatorias mundialistas, rumbo a Francia 98 que Guatemala como ya sabemos no clasificó, se quedó a la orilla con el argentino Horacio Cordero como técnico que tenía un gran plantel de jugadores, pero sacó poco provecho de ellos.
El Mateo paso a ser un escenario de malos recuerdos y aunque se ve bonito, en el fondo ya no debería usarse, quizá solamente para partidos de la liga local que con esfuerzo supremo llega a juntar más de 5 mil espectadores en un juego.
Los ticos tienen un estadio decente que regalaron los chinos, los mismos que construyen un escenario moderno en El Salvador mientras que Guatemala, como en todo, retrocede y no tiene muchas opciones, porque si se pretende jugar en el occidente del país no hay un aeropuerto con las características que requiere FIFA por lo que como se dice en buen guatemalteco, estamos bien jodidos.
El Trébol entonces se convierte en el centro de la expectativa futbolística, con todo y sus características que para quienes lo escogieron son mejores que el Cementos Progreso, que tiene grama artificial y no termina de funcionar o agradar a los futbolistas, no solo en Guatemala, también en otras regiones.
Los partidos contra Panamá y Surinam se jugarán con poco público porque el aforo de ese estadio es menor, y antes que confiar en las condiciones del equipo, se pretende poner sobre un estadio el peso para inclinar la balanza en el camino a la Copa del Mundo.
Pero si la selección clasifica al Mundial el estadio de la zona 3 quedará como un monumento y un objeto de culto para los que se aferran a la magia y no a la lógica.
Lo importante es que gane Guate ya sea en el cielo o en el infierno.
hugocastillo68@gmail.com
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