(Puede decirse de alguien que ocupa el cargo de Procurador de los Derechos Humanos (PDH), pero termina siendo el peor entre todos los que han pasado por el cargo de Ombudsman chapín… ¿Quién es?: José Alejandro Córdova, sin discusión.)
Crispino Picón Rojas
Cuando los constituyentes incluyeron la figura del Procurado de los Derechos Humanos, visualizaban que sería un magistrado de conciencia que, aunque sin la potestad para destituir a alguien, haría temblar hasta el mero mero del guacamolón, no se diga a sus subalternos o funcionarios de menor rango en el Estado.
Y de verdad, desde que asumió Don Gonzalo Menéndez de la Riva, se pudo ver que el cargo estaba destinado solamente para abogados bien planchados, con trayectoria y, sobre todo, comprometidos con servir al maltrecho y muchas veces maltratado pueblo de Guatemala. Amantes, además, del respeto a las libertades y derechos ciudadanos.
Don Chalo tuvo un paso breve por la Procuraduría, pero sentó cátedra de la buena, que luego siguieron Ramiro de León Carpio, y Jorge Mario García Laguardia, dos tipazos en el cargo, antes de que apareciera el primer lunar, Eduardo Arango, quien no llenó las expectativas, aunque algo hizo durante su gestión.
Su sucesor, Sergio Morales, estuvo dos períodos como PDH, con resultados muy diferentes. El primer período respondió a las expectativas, pero para poder alzarse con un segundo mandato tuvo que venderle su alma a los diputados y se diluyó hasta salir por la puerta lateral, eso sí, con buena indemnización. Bien dicen que la alternancia en el poder es buena, porque rápido se le suben los humos a la cabeza a quienes no la tienen bien puesta.

Luego vino Jorge de León Duque, quien estuvo a la altura de los primeros Ombudsman, aquellos que tomaron el cargo de servidores públicos y, por supuesto, defensores comprometidos de los Derechos Humanos. Incluso renunció a la indemnización que, como práctica, estableció Morales.
Tampoco pasó desapercibido Jordán Rodas, que tuvo el valor de enfrentar a las mafias políticas, ya anquilosadas en el Estado. Pero la pagó caro, porque la jefa de Gerona, Consuelo Porras, lo incluyó entre los más buscados y tuvo que volar al exilio para no parar en Mariscal Zavalao el Preventivo de la zona 18.
Hasta aquí, la historia de la Procuraduría mostraba luces y sombras, pero no oscuridad. Para el año 2022, las mafias políticas y de todo tipo tenía cooptadas las cortes, el MP –¡por supuesto!–, controlaban el Congreso, el Colegio de Abogados y prácticamente todas las instituciones que tuvieran algo que ver con el sistema de justicia o la elección de sus autoridades, como la USAC. Pero quedaba un cabo suelto…
Aunque el PDH no podía impedir de todas maneras lo que sucedía, lo mejor era tener en el cargo a un muñecón, que no anduviera metiendo sus narices en los temas sensibles para sus jefes y armara alborotos, que no hablara y que se conformara con su jugoso salario –que se mantiene en secreto, pero que, con gastos de representación, aseguran que pasa de los Q100 mil mensuales–.
Se quería alguien sin ambición política, simplemente un abogado del montón que disfrutara de cinco años en el cargo, con todo los bombos y platillos, que pudiera recibir inaugurando cursitos, estrechando manos, abriendo auxiliaturas. Dicho en otras palabras, un monigote bien pagado que supiera que estaría en el puesto más alto al que, en otras condiciones, jamás hubiera podido llegar.
Así encuentran a José Alejandro Córdova, sin experiencia en materia de Derechos Humanos, insípido en política, irrelevante profesionalmente, aunque ambicioso en querer vivir de la burocracia, porque ya había trabajado en cargos de poca monta y aplicaba para cualquier cargo que saliera…
¿La verdad? La jugada les salió mejor de lo esperado. Córdova no solo no ha censurado a ningún funcionario por incumplir sus deberes o damnificar los derechos de los guatemaltecos, sino que ha demostrado ser una tapadera perfecta para sus aliados.
La consigna que le dieron era solamente que no dijera nada sobre la criminalización y persecución de exjueces, exfiscales, periodistas, líderes indígenas, defensores de derechos humanos, que no metiera sus narices para ver por qué la justicia no es independiente, y mucho menos que incursionara en cualquier tema que pudiera involucrar actuaciones de funcionarios corruptos y antidemocráticos.
Se lo tomó tan a pecho, que decidió hacerse de la vista gorda de todo… sí, de todo.
El balance no tiene dudas: es el PEOR… pero por mucho. Calificativos como “ausente”, “mudo”, o “inútil”, se pueden aplicar muy bien a Córdova, y si se quiere hilar más fino, se le debieran agregar “corrupto” y “antidemocrático”.
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