Mes patrio, Historia: 1821 el ambiente de Independencia

  • Así se vivía en la capital del Reino de Guatemala el ambiente independentista

Luego de los brotes y agitaciones independentistas que sucedieron en El Salvador (1811), Granada, Nicaragua (1812) y Guatemala (1813) –la Conspiración de Belén–, el ambiente de emancipación se fue desarrollando hasta alcanzar en septiembre de 1821 su madurez en la Capitanía General.


Desde febrero de 1821, cuando en Méxi­co Agustín de Iturbide suscribe el Plan de Iguala, que anticipa la independencia del vecino país, la inquietud, agitación y polémica se intensifican en el Reino de Guatemala, en donde el tema se debate entre corrientes políticas –los Cacos y los Bacos– que discrepan sobre la forma y el momento de una emancipación de la Corona española.

En ese entonces, el rey Fernando VII fue obligado a jurar respeto a la Consti­tución y apenas si puede superar impor­tantes sublevaciones militares en la pe­nínsula, lo que debilita la influencia en las colonias de América, la mayoría de ellas invadidas por aires independen­tistas.

Recordemos que Iturbide ha movilizado a sus tropas bajo el man­do de Vicente Filísola, lo que atemoriza a los ayuntamientos de la vecina provincia de Las Chiapas –que era parte integral del Reino de Guatemala–, que pronto hablan y declaran el 1.de septiembre, su independencia de España, pero también de la Capitanía General, en donde no se hace, siquiera, un leve intento por man­tener la integridad del territorio.

Un mes de polémica

En la Capitanía General se observan con inquietud los sucesos de la vecindad mexicana, pero el ambiente que priva es más de intereses particulares; se discute entre crio­llos y mestizos, así como por blancos y es­pañoles, bajo el débil mando de don Carlos Urrutia y Montoya, quien ha sucedido en el cargo de Capitán General al despótico José de Bustamante y Guerra.

Los diferentes puntos de vista, divergen­tes entonces, se pueden apreciar en los dos periódicos que circulan en Guatemala: el Editor Constitucional, de línea independen­tista, editado por Pedro Molina, quien es también vocero del partido conocido como los Cacos. El otro medio –ambos semana­les–, el Amigo de la Patria, es editado por José Cecilio del Valle, opositor a la indepen­dencia y punta de lanza del partido conoci­do como los Bacos. 

Una fotografía posterior a la independencia, pero permite mostrar cómo era en la época La Plaza Central de la Capitanía General.

El 1 de septiembre los ayuntamientos de Chiapas firman el acta de independencia del Reino de Guatemala, en donde, por cierto, esos acontecimientos inquietan poco a las autoridades.  Apenas se produce una reacción del militar a cargo de Comitán, Manuel Escandón, quien es conminado a suscribir el documento, pero al negarse por ser su cargo dependiente de la Capitanía General, es destituido y en su lugar se nombra al capitán Matías Ruiz.

Cuando se conoce lo ocurrido en Chiapas, el suceso provoca alguna exaltación e inquie­tud en Guatemala, reflejada únicamente en las discusiones públicas y privadas, pero sin repercusión social. Se siente que la indepen­dencia toca a la puerta de la capital, aunque muchos no dan crédito a la noticia, hasta que las actas firmadas por todos los ayunta­mientos de aquella provincia llegan a la Ca­pitanía General.

El historiador, Arturo Val­dés Olivaen su obra Caminos y luchas por la independencia, asegura que en los primeros días de septiembre de 1821, el tema de todas las conversaciones en la capital y en las provincias giraba en torno a la independencia (…) eran colocadas en las puertas hojas que pedían su proclamación y se extremaban las mofas que zaherían a los españolistas, haciendo clima propicio a la labor de los independentistas.

Otro historiador que se ha enfocado en esta época, Clemente Marroquín Rojas, describe en su libro, Historia de Guatemala, que en ese momento no hay ejército, no hay policía, ni existen ya, por la Constitución española, los terribles sacristanes del Santo Oficio, razón por lo que hay cierto ambiente de temor a desórdenes o levantamientos.

Entre las curiosidades del Acta de la Independencia está que su autor, José Cecilio del Valle, no firmó el documento que él mismo redactó.

Es entonces cuando el alcalde primero del Ayuntamiento de la ciudad, don Mariano Antonio de Larrave,  –quien más tarde será prócer independentista– ordena tomar medidas para controlar a la población y a sus líderes.

El jefe militar, Gabino Gaínza, convoca a una junta para el 4 de septiembre, en la cual reprende a las autoridades municipales por estar buscando firmas a favor de la emancipación.  De acuerdo con citas que publica Marroquín Rojas, entre los presentes se encuentra el comerciante y político, Mariano de Aycinena y Piñol, quien justifica hábilmente el movimiento y se refiere a Gaínza en los siguientes términos: no se quiere hacer cambio alguno en los empleados y el señor Jefe Político será, en el nuevo plan, en vez de un empleado dependiente de España, el director de un pueblo libre, como va a serlo Guatemala.

El resultado es la neutralización de Gaínza, quien, sumado al movimiento pro independencia, termina siendo, efectivamente, el primer Jefe Superior de la Provincia de Guatemala.

Corriente anexionista

Mientras estas situaciones se producen en Guatemala, otra corriente fluye con mayor fuerza.  Se quiere terminar con el yugo español, pero se busca una nueva sujeción, esta, tal vez, más peligrosa.  A la vista está el Imperio de Agustín I (Iturbide), que representa un gran peligro, pues el emperador es en realidad un plebeyo no educado para gobernar, instruido en las rigideces del cuartel, y acostumbrado a imponer a sangre y fuego a todo lo que se opone a su voluntad.

Es entonces, cuando la ciudad se ve inundada de tertulias, en las que se habla sobre estos temas.  Sí, existe un sentimiento independentista, pero sin llegar a la euforia, porque además priva la confusión sobre el futuro que pueda tener la nueva nación.  Tampoco hay certeza de cual pueda ser la postura de las demás provincias, concretamente El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

En medio de ese ambiente de incertidumbre, Gaínza envía mensajes en los que evidencia que no se opone –como correspondería– a cualquier intento de emancipación.  Él se lo comenta a un amigo, identificado como Juan Bautista Marticorena, a quien prácticamente da luz verde para una rebelión.  Pero ni así se lanza la gente a las calles con el grito de ¡libertad!

Por otro lado, el que actúa hábilmente es el propio Iturbide, quien desea la expansión de su imperio y, tras el resultado de la movilización hacia Chiapas que concretó la anexión de ese territorio, pone ahora su vista en las provincias del Reino de Guatemala.

Gabino Gainza, un traidor consumado.  Primero con España y luego con Guatemala.

Desde México envía un pliego de instrucciones a Gaínza, quien de inmediato principia a recabar los informes que le requiere el emperador, lo que muestra y confirma su inclinación a que se siga el camino que antes tomaron los ayuntamientos de Chiapas, al sumarse el Plan de Iguala.

La víspera

Para el día 14 de septiembre, el ambiente provocado en buena medida por el propio Gaínza, es de anarquía, lo que justifica la citación a una Junta General, en la que deben participar el Arzobispo Ramón Casaús y Torres, los miembros del Cabildo Eclesiástico, dos ministros de la audiencia, el Alcalde primero, dos regidores y dos síndicos del Ayuntamiento, dos representantes de las demás corporaciones, los jefes militares, un prelado de cada orden religiosa y los secretarios de Gobierno de la Diputación Providencial.

La Junta General se fija para las 8:00 horas del 15 de septiembre.

Ese 14 de septiembre, los Cacos principian a promover una movilización para impulsar la independencia.  En horas de la tarde se reúne el Ayuntamiento para abrir los pliegos que han llegado de Chiapas, cuyo contenido no es otro que las actas oficiales en donde proclaman su independencia los ayuntamientos de Comitán, Tuxtla y Ciudad Real, los tres más importantes de Chiapas.

Ese día se hace largo por la tensión, producto de las reuniones que se producen.  En horas de la noche, un grupo de sacerdotes se reúne en la casa de Antonio García Arredondo para discutir sobre la invitación del Jefe Político, y es entonces cuando se decide quienes serán los asistentes al encuentro en donde se discutirá la anhelada –por unos– independencia de España.

Algunos historiadores narran que la jornada termina con una noche lluviosa en la capital del Reino de Guatemala. También destacan que se puede ver a algunos de los promotores de la independencia tocando en puertas de personajes influyentes e importantes, pero no buscan a tejedores ni a zapateros de los arrabales, según cita Marroquín Rojas.

Lo que si es claro, es que hay grupos españolistas e independentistas, pero no se puede hablar de una lucha entre ambas facciones, porque ni siquiera asumen posiciones firmes.  El historiador considera que a lo sumo una docena de hombres ilustrados se dan cuenta de lo que ocurre y comprenden sus alcances, pero el resto de la gente, más o menos consciente, no se entusiasma porque nada comprende, o si lo comprende, poco le importa.  Para estas mayorías no hay más que un gobierno lejano al que se rinde acatamiento casi divino no se entiende que pueda existir otro sistema.

Así se retiran esa noche los que quieren independencia, los que trabajan por la anexión a México, los españolistas y los que poco o nada entienden, que son la gran mayoría.  No habrá guerra, ni siquiera lucha por la libertad, pero los aires de independencia se perciben.

En la madrugada del 15 de septiembre de 1821, la Nueva Guatemala de la Asunción amanece con un ambiente húmedo, pero, sobre todo, con mucha incertidumbre. La noche anterior, Mariano Aycinena y Piñol y el doctor Pedro Molina han movilizado a los activistas del partido Cacos —independentista— para que promuevan un ambiente de intimidación hacia los españolistas.

La razón de esta movilización se debe a que el jefe militar, don Gabino Gaínza, ha convocado para este día a una Junta General con las autoridades civiles, militares y religiosas. Él no lo dice públicamente, pero, a pesar de ser una funcionario de la Corona española, aprueba la emancipación de la madre patria, aunque favorece la idea de anexión al imperio de Agustín de Iturbide, quien por cierto ha mantenido contactos con él.

Además, está impactado por los acontecimientos en la provincia de Las Chiapas, cuyos ayuntamientos decretaron su independencia de España, se apartan del Reino de Guatemala y se suman al Plan de Iguala del naciente emperador. Según describe el historiador Alejandro Marure, a las ocho de la mañana ya estaban ocupados el portal, patio, corredores y antesalas del palacio por una inmensa muchedumbre acaudillada por José Francisco Barrundia, el doctor Molina, y otros guatemaltecos, entre los cuales figuraba don Basilio Porras.

A esa histórica reunión fueron llegando poco a poco diputados de corporaciones, el arzobispo y prelados religiosos, y jefes militares y representantes de los ayuntamientos. Como puede apreciarse, no se trata de una reunión de patriotas, sino, más bien, de funcionarios.

Lo primero que se hace en la reunión es conocer el rompimiento de Chiapas, al leer las actas de independencia enviadas desde los ayuntamientos de aquella provincia. La discusión a continuación se centra en la posición que se debe asumir, y principian a discutir sobre la independencia del resto de las provincias, tomando en cuenta que el Reino de Guatemala incluía Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

En un momento se hace evidente que la mayoría de aquella Junta General está a favor de la independencia, por lo que José Cecilio del Valle redacta un acta que contiene 18 puntos, los cuales ponen en discusión. Uno de los incisos apunta a que se convoque a la brevedad a las provincias para que se manifiesten sin demora alguna.

La mayor parte de las firmas que aparecen en el Acta de Independencia se pusieron hasta el día siguiente, lo que demuestra el temor que algunos de los firmantes tenían aún. Lo más destacado de aquella decisión es que se acuerda de una vez la conformación de un congreso para marzo de 1822, en el cual tomaría las decisiones más importantes para el futuro de la nueva Patria independiente.

En aquella Junta fue confirmado Gaínza como jefe político y militar a propuesta del Ayuntamiento, con un sueldo de diez mil pesos anuales. Todo lo acordado se puso a conocimiento de las provincias y se envió por medio de extraordinarios, para que se conociera a la brevedad posible.

Ese mismo día se acordó realizar el día de la jura solemne, para que se ratificara todo lo actuado públicamente. De acuerdo con el historiador Alejandro Marure, se verificó el 23 del mismo septiembre en la plaza mayor de la capital, con toda la pompa y magnificencia correspondientes a tan augusta ceremonia; el júbilo más puro, el entusiasmo del patriotismo, los sentimientos dulces de la unión y concordia, tenían enajenados todos los ánimos; y Guatemala presentó, en estos momentos, un espectáculo tan interesante como nuevo…

El historiador Arturo Valdés Oliva cita en su obra Caminos y luchas por la independencia, que el 15 de septiembre, y en las horas posteriores a la Independencia, un escaso público se hallaba en los corredores del Palacio. Otro historiador, Clemente Marroquín Rojas, es más contundente y describe así aquel momento: La asistencia popular es escasa, por no decir nula. La independencia no es una aspiración popular; es aspiración egoísta de los criollos y peninsulares, aún del clero, todos los cuales creen que, al lograrse la separación de España, van a convertirse ellos en dirigentes, en los mandamás, en los capataces de los infelices guatemaltecos de la llanura…

Si bien, Gaínza pretendía sumar a las provincias al Plan de Iguala, la multitud le obligó a prestar juramento por la independencia absoluta. Inmediatamente se hicieron también nombramientos militares con oficiales más afines a los independentistas. Así se escribió una de las páginas más importantes en la historia de Guatemala y Centro América.

No duró mucho tiempo aquella independencia…pero la anexión al imperio es otro capítulo de nuestra historia.

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