En febrero de 1967, el fútbol de Guatemala principió, como muchas veces, a soñar con la participación en una ronda final por el área de CONCACAF, tras eliminar en la primera eliminatoria a Panamá y Nicaragua, pero por delante quedaba un torneo corto de 5 partidos en una sola sede, al que llegaban como grandes favoritos México y el anfitrión Honduras. Se esperaba una hexagonal de fuego.
En marzo de ese año, en la primera jornada, los locales salen adelante 1-0 frente a Trinidad Tobago, pero la Selección de Guatemala, bajo la dirección técnica del uruguayo Rubén Amorín –quien con el tiempo llegaría a ser uno de los entrenadores más galardonados del fútbol guatemalteco– hizo lo necesario para empezar a soñar con el título, al derrotar 2-1 a Haití; México, por su parte, goleó sin contemplaciones 4-0 a Nicaragua, el patito feo del torneo.
–¿Por qué soñar?–
Aquel resultado no era lo que en realidad hacía soñar. Lo que tenía a la afición esperanzada, lo mismo que al técnico, era la plantilla que se había conformado, una generación de jugadores extraordinarios. En una de las entrevistas que Don Rubén (Amorín) concediera hace muchos años, dijo con confianza con la calidad de los muchachos, no era difícil aspirar a lo máximo, aunque vencer a México era el reto más grande por lo que representan en el área los mexicanos.
En efecto, la calidad de la plantilla era innegable, con jugadores fuera de serie en todos los puestos: Nixon García, Guillermo Enríquez Gamboa (la Pantera negra), Ignacio González, Alberto López Oliva, Horacio Hasse Ovalle, Henry Stokes, Lijón León de León, Jerry Slosher, David Molina, Eduardo de León, Daniel Salamanca, Hugo Torres, Jorge Hurtarte (el Mapache), Jorge Roldán, Marco Fión, Nelson Melgar (el Lobo), Rafael Godoy (la Cochita), René de León, Manuel Recinos (la Escopeta), Roberto Ochoa, Hugo Peña (Tin Tan), y Rolando Valdez,
Una plantilla insuperable, con una generación de jugadores que no se ha vuelto a repetir, sobre todo, por lo numeroso de talentos juntos. Humilde, como siempre fue en su paso por la vida, Amorín explicaba que con esos jugadores cualquier entrenador podía aspirar a todo. Por eso sabíamos que había calidad para convertir en realidad aquel sueño del fútbol guatemalteco.
De los mencionados, Tin Tan Peña, Manuel Escopeta Recinos, Rafael la Cochita Godoy, el Dr. Jerry Slosher y el técnico Rubén Amorín han fallecido, mientras los demás fueron objeto esta semana de un homenaje por parte de la Federación Nacional de Fútbol.
–Camino al título–
Según los relatos de Amorín como recuerdos de aquel torneo, trtas la victoria ante Haití entonces una potencia del Caribe–, tras aquella victoria nos concentramos en el siguiente rival, porque sabíamos que del resultado ante México dependería toda nuestra posibilidad. Una derrota nos dejaría fuera de la pelea por el título…
Sorpresivamente Honduras empata con Nicaragua 1-1 en el primer partido, y entonces quien ganara el duelo entre Guatemala y México asumiría pronto el liderato de la clasificación.
El partido resultó como esperaba el técnico Amorín. No hubo tregua de ninguno de los rivales y el juego se mantuvo cerrado hasta que Escopeta Recinos, con tiro de media distancia, dejó sin posibilidades al portero mexicano. El trí intentó el empate, pero la media cancha y defensa chapinas no cedieron y el partido terminó con ventaja para los guatemaltecos. El sueño principiaba a convertirse en realidad.
En aquel momento había que mantener los pies en la tierra, pues faltaban tres partidos igualmente importantes y todos intentarían ganar al líder, recordaba Don Rubén.
En la siguiente jornada, México demostró que no perdía la esperanza de retener los títulos anteriores y superó cómodamente a Trinidad y Tobago 4-0, para meter presión al juego entre los locales y Guatemala, que quedaba entonces obligada a ganar para seguir en el liderato.
Guatemala jugó mejor, pero no pudo superar la portería catracha, y el juego terminó en cerrado empate (0-0), por lo que Guatemala quedaba con 5 puntos, y los mexicanos con 4 –la puntuación en la época era de 2 puntos por partido ganado y 1 por juego empatado–. A pesar del empate, las posibilidades ahora eran mejores.
En la cuarta jornada, Guatemala juega el primer partido y no deja dudas de sus pretensiones: 2-0 ante Trinidad y tobago y las posibilidades siguen intactas para definir el título ante Nicaragua en la última jornada. México hace lo propio y gana 1-0 a Haití.
No podíamos fallar en el último partido. Nicaragua no tenía un mal equipo, pero más importante era controlar los deseos exagerados –recuerdos del técnico uruguayo–. Partido sin sobresaltos, los guatemaltecos ganan 2-0 y dejan sin posibilidades a mexicanos y hondureños, que cerraban el torneo en lo que los locales principiaron creyendo que sería la final. México, en todo caso, fue superior, aunque apenas pudo ganar 1-0 aquel partido.
Fueron 9 puntos de antología para Guatemala, que se coronaba por primera vez –y única hasta la fecha– como campeón del área del Norte, Centro y Caribe de fútbol.
Ahora, con un caminar lento, algunos con bastones y, sobre todo, con 50 años de más, aquellas estrellas de antaño han recibido un justo homenaje, en el que Jorge Roldán, el eterno capitán de la Selección Nacional reta a las nuevas generaciones para que no pasen 25 años más esperando un nuevo título regional o una clasificación a un mundial,