“Se debe buscar a los buenos, porque los hay; motivando a los indiferentes que son la mayoría. En consecuencia, estos buenos eligen a otros buenos (en las postuladoras) para que estos, a su vez, elijan magistrados del mismo talante.” A este penoso silogismo se debe agregar que, mientras los facinerosos planifican con mucha anticipación y operan con todas las formas perversas posibles; los que nos denominamos progres y democráticos, siempre vamos tarde…
José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
A la pregunta general: ¿Considera importante el tema justicia? Casi todos contestan afirmativamente, pero sin entrar en mayores detalles. El concepto de justicia es muy amplio (incluso etéreos), polisémico, poco entendible, relacionado con abogados y alejado de la cotidianidad básica, es decir, es un problema “especializado”, la gente no “siente” que le afecte.
Simón Rodríguez, el educador de Simón Bolívar, acuñó un aforismo que me ha acompañado por muchos años: “Lo que no se siente, no se entiende, lo que no se entiende, no interesa.” Esta sentencia tan profunda me ha servido para entender cómo funciona el interés de las personas, la facilidad de aprendizaje de temas en particular, así como la necesaria dinámica entre la razón, las emociones y los sentimientos.
Dilucidar cómo funciona el sistema de justicia, con todos sus recovecos. no es fácil; aún para quienes hemos estudiado el tema y contamos con las herramientas cognitivas para hacerlo. Comprender el mecanismo para elegir las comisiones de postulación, las cuales, a su vez, eligen magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de las Salas de Apelaciones, es más difícil aún. Si bien se cuenta ahora con bastante información, el problema no son los procedimientos formales, sino tratar de entender los informales, los cuales se basan en las relaciones de poder, las estructuras clientelares y el más vivo patrimonialismo.
El tan cacareado Estado de derecho es una declaración retórica, pues en la práctica, quien tiene más saliva, traga más pinol. Las estructuras paralelas han crecido tanto, que ahora se dan el lujo de jugar con varios cartones y representaciones. Basta comprobar que en las elecciones del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) para comisiones de postulación, hay diez planillas, de las cuáles, solo conozco a algunos integrantes de la No. 8 que me generan confianza, aunque no necesariamente coincida política e ideológicamente con ellos.
Ayer asistí al evento de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) y el Foro Guatemala. El nombre del evento me generó gran expectativa: “¿Cómo garantizar la dignidad de las altas cortes?”; sin embargo, el formato no dio para lo que yo esperaba: conocer algunas estrategias y tácticas para lograr lo que el título de la actividad establecía. A pesar de ello, reafirmé algunos insumos que deben tomarse en cuenta.
La percepción de la mayoría de personas es que la justicia es un tema de abogados. Incluso, se mencionó de nuevo que este gremio muestra una gran apatía en las votaciones. Así mismo, uno esperaría que la ley estableciera un perfil bastante alto y especializado, pero la Ley de Comisiones de Postulación, Decreto Legislativo 19-2009, señala que los requisitos de los aspirantes a las postuladoras son:
- Ser guatemalteco
- Ser colegiado activo
- Tener al menos cinco años de ejercicio profesional
- Estar en el pleno ejercicio de tus derechos civiles y políticos
- No estar inhabilitado para ejercer cargos públicos:
- Presentar constancia de no haber sido sancionado en el ejercicio profesional
El requisito del numeral tres, contrasta con el hecho que estos representantes deben elegir profesionales con diez años de experiencia, por mencionar tan solo un aspecto.
Dos situaciones me llamaron la atención: la poca asistencia a este tipo de eventos (no más de 50 personas) y la total ausencia de menciones o críticas relativas al sistema como tal. Lo primero se explica por el carácter especializado del tema, pero lo segundo sí es más preocupante, porque no solo en este evento, sino en muchos otros, persiste la idea que todo se reduce a escoger “buenas personas”. La secuencia sería más o menos así:
“Se debe buscar a los buenos, porque los hay; motivando a los indiferentes, que son la mayoría. En consecuencia, estos buenos eligen a otros buenos (en las postuladoras) para que estos, a su vez, elijan magistrados del mismo talante.”
A este penoso silogismo se debe agregar que, mientras los facinerosos planifican con mucha anticipación y operan con todas las formas perversas posibles; los que nos denominamos progres y democráticos, siempre vamos tarde, desorganizados, divididos y con concepciones tan disímiles sobre el cómo concretar la tan aclamada dignidad de jueces y magistrados. Periódicamente, las alertas sobre un problema ampliamente conocido, surgen hasta cuando el tema aparece en la agenda pública y no mucho antes, como debiera.
Pensando de la misma forma, ya sabemos cuáles serán los resultados…