La ahora detenida magistrada Marta Stalling, tuvo una carreras ascendente hasta que su caída se inició el año pasado, cuando su nombre principió a aparecer consistentemente en diversos casos de corrupción y afloraron sus vínculos con operadores de justicia que trabajaron en crear un esquema de impunidad en las cortes.
Su historia es prolongada, y se puede decir que se inició como un importante peón en el tablero de la impunidad, en donde pronto creció y pasó a ser alfil y más tarde, ya en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en una torre, que se desplazaba principalmente en los tribunales penales. Su meta inicial era convertirse en la reina que nunca llegó a ser –presidenta del OJ–
Los inicios
El Instituto de la Defensa Público Penal (IDPP) marcó el inicio de su ascendente carrera como operadora, dentro del esquema de impunidad que se estaba creando. Es a mediado de los años 90 que ingresa al IDPP, aprovechando los vínculos e influencias que tenía con militares, siendo ella hija de un coronel, Eduardo Caal Rossi, y con dos hermanos oficiales en la institución castrense. En esa institución escaló al cargo de subdirectora y luego, en 2004, logró que la postularan para el cargo de directora, el cual obtuvo. Se mantuvo 10 años en la institución.
Es entonces cuando extiende su círculo hacia operadores políticos interesados en la justicia. El aliado ideal fue un ex militar, Juan de Dios Rodríguez, quien la impulsa hacia la CSJ. Pero ella tenía más alcance, pues también la respaldaban Gustavo Herrera, y Roberto López Villatoro, el famoso Rey del tenis.
En el camino demostró ser eficiente peón, pues en su calidad de fiscal especial –nombrada por el controversial Fiscal General, Carlos de León– supo entrampar el sonado caso de la Conexión Panamá, que involucró en su momento al ex presidente Alfonso Portillo y varios de sus altos funcionarios. Así hizo que su confianza aumentara entre los personajes de aquel tablero.
Ya en la CSJ, antes de que empezará el destape de parte de CICIG de toda la corrupción en el gobierno del PP –ella contó con el apoyo de los diputados de los dos desaparecidos partidos, PP y Líder–, para sus padrinos, ella debía llegar en alguno de los 5 años de ejercicio a la Presidencia, para coronarse como reina.
Sin embargo, antes fue presidenta de la Cámara Penal, el puesto clave para mantener el manto de impunidad. Eso si, ha llevado como jueces a varios de sus colegas del IDPP, para poder tener influir en ellos.
Un apellido sonado que se repite
La corona de reina, principió a perderla desde que su nombre sale en algunas escuchas telefónicas del caso La Línea. Luis Mendizábal –prófugo– sostuvo una conversación con Javier Ortiz –el teniente Ortiz–, en la que el primero le dice: vos sabés, Blanca Stalling es la que está detrás de ellos. Tienen muy buena comunicación, estamos en esa.
El señalamiento no fue suficiente causa para que se pidiera antejuicio en su contra, pero las alarmas en su entorno se dispararon para el MP y la CICIG. Pero vendían más problemas para ella.
Se hace un triangulación de sus familiares, y aparece el nombre de la jueza Marta Sierra de Stalling –su cuñada–, acusada de recibir sobornos, el hijo de esta, Roberto Stalling Sierra –ex empleado del IDPP– y defensor en casos complicados.
Pero su caída la marca otro caso destapado por la cicig, el llamado bufete de la impunidad –mismo en el que su cuñada se vio implicada–. Pero lo peor es que su hijo, el abogado Otto Fernando Molina Stalling, está acusado por CICIG y el MP en el caso Bufete de la Impunidad, y además se le vincula con el de IGSS-Pisa, porque él era asesor de Juan de Dios Rodríguez en el Seguro Social. Los vínculos aparecen por todas parte. Su hijo también laboró para la Contraloría de Cuentas, otra institución que se ha querido mantener dentro del esquema que permite la impunidad para los políticos y funcionarios.
Es aquí donde se produce su caída. Pide hablar con el juez que llevaba el caso de su hijo, Carlos Ruano a quien le recomienda que le cambie el delito y le conceda medida sustitutiva para que pueda salir libre. Pero el juez graba la conversación, y finalmente se la entrega a la CICIG, que encuentra la pieza que faltaba para que la torre del tablero dejara de seguir escalando.
Pero aún faltaba otro vínculo por descubrirse, cuando se sabe que su abogado es nada menos que el mismo que el mismo que defiende a Roxana Baldetti en el caso La Línea, una muestra más de los vasos comunicantes entre políticos y juzgadores por la impunidad. El abogado Daniel Gustavo Juárez García ha tenido que multiplicarse durante la semana para atender a sus dos clientes, ambas bajo la mira de la justicia.
En resúmen, militares, operadores políticos, jueces, políticos del PP y Líder, todos han servido para que ella suba… y algunos están con ella en su caída y en la misma prisión: Mariscal Zavala (foto inferior)
(Fotos elPeriódico)