La DEMOCRACIA se TAMBALEA

Autoritarismo y corrupción son los principales problemas que afectan en el Continente

La DEMOCRACIA en América no está produciendo los satisfactores necesarios para la mayoría de los pueblos.  La pandemia ha venido a agravar la situación política del Hemisferio, que muestra que los peligros aumentan a causa del populismo, el autoritarismo, la corrupción y la ingobernabilidad.  Las imperfecciones de los sistemas políticos se hacen evidentes.

Análisis de Crónica

No es una crisis insuperable todavía, pero la democracia en América muestra agotamiento.  Los síntomas varían, pero pocos países parecen gozar de un eficiente sistema político, mientras persisten los brotes de autoritarismo –acompañado de populismo–, producto del constante fracaso de la clase política, que cada vez más cae en la tentación de la corrupción.

De acuerdo con el Índice de la Democracia que cada año mide el medio británico The Economist a nivel mundial, solamente Canadá (5 lugar) Uruguay (17) y Costa Rica (20) aparecen entre los países que muestran una democracia plena, lo que permite anticipar problemas de gobernabilidad en muchos países del continente.

Aún Estados Unidos, otrora ejemplo de democracia sana, ha dado muestras de ese agotamiento democrático, que se ha traducido en una sociedad dividida por Donald Trump, y prueba de ello fue el asalto al Capitolio por una turba el 6 de enero pasado, con el fin de revertir los resultados de las elecciones que llevaron a la presidencia a Joe Biden.

Hace algunos años, hubiera sido impensable que el Capitolio pudiera ser objeto de un asalto por una crisis política y que se pudiera intentar en Estados Unidos un virtual golpe de Estado.

Según estudiosos de la política y analistas, el peligro es que muchos países están caminando rápidamente hacia la autocracia, pues se observa una tendencia de los gobernantes a controlar los poderes e instituciones del Estado.

Otro problema que hace que la población pierda confianza en la democracia como el mejor sistema político, es el grado de corrupción que se observa en casi todos los países.  No por nada, son muchos los exgobernantes que enfrentan procesos judiciales o cargos por actos delictivos cometidos durante su gestión.  Algunos son señalados desde que están ejerciendo el cargo, pero son protegidos por el marco de impunidad que impera o han creado ellos mismos.

Desencanto latinoamericano

Durante el siglo XX prevalecieron las dictaduras militares en la región.  Sin embargo, poco a poco fueron cayendo y entonces el poder fue llegando por la vía democrática a manos de civiles.  Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala sufrieron bajo la bota de los militares.

La dictadura de Augusto Pinochet en Chile es uno de los ejemplos de lo vivido en casi toda Latinoamérica.

La primera medición mostró que el 58% de los latinoamericanos veía como buena la democracia, y ese índice escaló hasta llegar en 1998 a 65% de aprobación.  Sin embargo, con la llegada del nuevo milenio y tras el fracaso social, político y económico en muchos países, ese apoyo se ha ido apagando, hasta llegar en 2020 a un nivel del 49%.

El analista Carlos Alberto Montaner, advirtió en reciente entrevista con la cadena de televisión CNN, que el creciente brote de autocracia en la región se debe a que se está eliminando la independencia del Poder Judicial, para concentrar el poder en los gobiernos de turno.

El profesor en Política y Relaciones Internacionales, de la Universidad Internacional de la Florida, Eduardo Gamarra, dijo a la misma cadena televisiva que los gobiernos llegan por la vía democrática, pero una vez en el poder cambian las reglas del juego para concentrar poder.

En todo caso, al parecer, se debe a la vieja forma de hacer las cosas que se heredó de los gobiernos militares.  Hay una predisposición psicológica a la tiranía, concluye Montaner.

De acuerdo con estudios y análisis que se formulan, se puede decir que hay un evidente agotamiento de la democracia.  Aunque se habla de cifras globales, es evidente que cada país tiene un comportamiento diferente.  Sin embargo, el peligro en el corto plazo es que todo lo que está sucediendo con el sistema político, se traduzca en ingobernabilidad y mayor confrontación social.

Dictaduras del siglo XXI

La única dictadura que sobrevivió al cambio de siglo fue la de Cuba, pero pronto han surgido otras, todas bajo el manto del populismo.  Primero fue Venezuela, con Hugo Chávez como estandarte, que dio impulso –para decirlo de alguna manera– a otras en la región.

Lo curioso es que Chávez es producto de la democracia.  Cansados los venezolanos de la corruptela de los políticos tradicionales, llevaron al poder en 1999 a un militar golpista, que muy pronto, utilizando métodos democráticos, rompió los esquemas y se hizo del poder absoluto, además de ganar por los votos la reelección continuada.

Su ejemplo fue seguido de inmediato por Ecuador y Bolivia, con matices diferentes, pero en la misma dirección y con prácticas similares.  Rafael Correa y Evo Morales evocaron a Chávez y lograron que sus pueblos hicieran lo mismo que los venezolanos.

Hugo Chávez mostró el camino que luego siguieron Correa (izquierda) y Evo Morales (centro)

Los tres tuvieron las mismas prácticas: primero, el control de las instituciones –especialmente la justicia–, luego las reformas constitucionales, para hacer legal su voluntad, y tercero, control de los medios de comunicación.  A ello agregaron el ingrediente de la victimización, para hacer ver que todos los males del país eran una herencia de un sistema corrompido.  Verdad esta última, pero sin justificar la dictadura.

Muy pronto se les unió un viejo aspirante a dictador: Daniel Ortega.  Curiosamente el nicaragüense ya había llegado a la presidencia de su país como ícono aintidictadura.  Sin embargo, en esta segunda ocasión como gobernante ha demostrado ser igual o peor que Anastasio Somoza, a quien él mismo derrocara. Ahora irá a elecciones generales,pero no sin antes haber encarcelado a todos sus opositores con posibilidades de ganarle en las urnas.

En Argentina, la pareja de esposos Kirchner Néstor y Cristina–, intentó emular la permanencia en el poder, pero lograron solo la transferencia del mando y luego el voto popular contuvo –al menos temporalmente–, las ansias de poder de los neoperonistas.

Un factor que ha sido decisivo para prolongar las dictaduras, ha sido el populismo, una actitud que merece comentario especial.

 Chavéz, Correa, Morales, los Kirchner, Trump y Jair Bolsonaro (Brasil), han sacado a relucir su capacidad populista para conseguir votos, pero también dividir a la población –para su conveniencia–, causando un daño importante a la democracia.

El más reciente de los populistas y autoritarios se encuentra todavía en ciernes: Nayib Bukele, el popular presidente salvadoreño, que ha principiado a dar los mismos pasos que algunos de los mencionados.  Ya controla el poder legislativo, la justicia y ha modificado la Constitución para permitir la reelección.

El joven presidente salvadoreño es producto del fracaso del sistema político de su país, en donde dos partidos radicales, Arena –derecha– y el Frente Para la Liberación Nacional Farabundo Martí (FMLN) –izquierda– quedaron al desnudo en su afán por gobernar bajo el manto de la corrupción.

Ahora mismo es uno de los gobernantes latinoamericanos con mayor popularidad.  La corrupción lo encumbró, aunque ahora se muestra autoritario.

Caída constante y sonante

El mejor medidor de lo que está sucediendo con la democracia en la región es el Latinobarómetro.  Lo que ha sucedido en cada país muestra la forma en que el cáncer está avanzando y debilitando al sistema democrático.

En poco más de dos décadas de mediciones, el Latinobarómetro no ha dejado de mostrar una caída. Aún los más democráticos, han mostrado una tendencia a la pérdida de confianza de la población sobre el sistema definido por muchos como el mejor entre todos los que ha probado la humanidad, a lo largo de la historia.

Uruguay, el que aparentemente deja más satisfechos a sus ciudadanos con la democracia, tenía un índice de satisfacción de 80% en 1996, pero hoy, aunque sigue ocupando la primera posición, ha bajado a 74%.

Costa Rica, segundo en el 96 con el mismo porcentaje que Uruguay, cayó mucho en este período y en la última medición, solamente el 67% de los costarricenses se muestra satisfecho con el funcionamiento del sistema.

La corruptela de los gobiernos ha golpeado la credibilidad en la democracia, como lo demuestra la caída de Panamá de 75% por ciento en el 96, a apenas un 35% en la actualidad.  Guatemala no escapa de este fenómeno.  En el 96, tras los gobiernos de Vinicio Cerezo y Jorge Serrano, la credibilidad en la democracia se ubicaba en el 50%, mientras que con el actual gobierno ha llegado al 37%, en una caída que ha sido constante desde aquel entonces.

Las protestas en Guatemala se centran principalmente en contra de la corrupción y la impunidad, promovida desde el oficialismo.

Corrupción, la marca política

Varios expresidentes del continente han tenido que enfrentar la justicia por actos de corrupción y otros son señalados, aunque el sistema judicial no los persiga por razones obvias.

Mucho se ha dicho sobre las fortunas que han amasado los Castro (Cuba), Chávez, Ortega, pero la lista es más larga de quienes han sido llevados a los tribunales o enfrentan acusaciones serias: Lula da Silva (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina), Ricardo Martinelli (Panamá), Antonio Saca, Francisco Flores y Mauricio Funes (los tres de de El Salvador) Alberto Fujimori (Perú), Enrique Peña Nieto –y otros mexicanos–, Álvaro Arzú, Alfonso Portillo, Álvaro Colom y Otto Pérez (de Guatemala) y Juan Orlando Hernández (Honduras), son algunos de los ejemplos que pueden tomarse para ilustrar la forma en que el poder político se ha dedicado a asaltar las arcas de cada país.

Justicia controlada

Un factor que ha sido decisivo para que se desarrollen las dictaduras y gobiernos autocráticos es la perdida de la independencia de poderes, en particular de la justicia.  Los regímenes como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, han fijado como una de sus prioridades controlar el poder judicial, y lo han logrado.

Los casos actuales de Guatemala y El Salvador son causa de preocupación a nivel internacional, porque reflejan que muestran una democracia disfuncional.

El secretario general de la ONU, António Guterres, llamó recientemente a respetar las disposiciones constitucionales, el Estado de derecho y la división de poderes, como una necesidad imperativa para preservar la democracia.

El departamento de Estado de Estados Unidos, ante el avance del autoritarismo, ha señalado también lo sucedido en nuestro país, en donde las cortes –Constitucionalidad (CC) y de Justicia (CSJ)– responden a los intereses políticos y promueven un peligroso marco de impunidad.

Lo mismo hizo ante las decisiones de Bukele para controlar la justicia en su país.  Casos y formas diferentes, pero el mismo resultado.  La justicia pierde su independencia y ello debilita la esencia de la democracia.

El populismo se aprovecha

Una de las tendencias que mide el Latinobarómetro, es el apoyo que pueda tener un gobierno si resuelve los problemas aunque no sea democrático.  La respuesta es cada vez más fuerte a favor de esta situación, lo que indica que a muchas personas –arriba del 40% en la región–, quieren resultados, sin importarles el tipo de gobierno.

Esta corriente es la que han aprovechado algunos presidentes autoritarios y populistas, porque suelen prometer de todo a la población para llegar y hacerse del poder y entonces se olvida de dar las soluciones que se esperan, pero es tarde para las grandes mayorías, que tardan demasiado en darse cuenta de su error, como ha sucedido en Venezuela.

Hay que tomar en cuenta además, que las redes sociales se han convertido en un aliado de la antidemocracia, tomando en cuenta que se logra la manipulación para promover división entre las sociedades.  Hay varios ejemplos de estos en la región, pero uno de los casos más patentes ha sido el de Estados Unidos, en donde se promueve la confrontación racial y política. Lo mismo sucede en Guatemala.

Los peligros pues son muchos, y el mayor de ellos es que los cambios pasan por los mismos políticos que han ido creando un sistema en el que se favorezcan sus intereseses, en vez de trabajar por lograr una solidez institucional que pueda dar soluciones sólidas y de largo plazo a la población.

Ello hace suponer que debe haber mucha presión y exigencia social, para que se decidan a cambiar la actitud que hasta ahora, hace tambalear a la democracia.

Las causas del deterioro

A continuación, una lista de las principales causas que provocan el desgaste y tambaleo de la democracia en el hemisferio:

  • Índices de desarrollo humano no satisfactorios.
  • Partidos políticos débiles.  Demasiado caudillismo y poca democracia interna.
  • Pérdida de la independencia del poder judicial.
  • Limitado acceso a la justicia.
  • Corrupción, que cada vez abarca a más instituciones públicas y empresas privadas.
  • Restricciones o acoso a la prensa independiente.  Control de la información.
  • Falta de transparencia en los procesos electorales.  En lugar de avanzar en esa materia, se observa un retroceso.  Se controla también a los entes encargados de vigilar el sistema electoral.
Ranking de países democráticos

A continuación, el ranking parcial de países democráticos, según el Índice de Democracia

del semanario The Economist.

  1. Noruega
  2. Islandia
  3. Suecia
  4. Nueva Zelanda
  5. Canadá
  6. Finlandia
  7. Dinamarca
  8. Irlanda
  9. Australia
  10. Países Bajos

15. Uruguay

20. Costa Rica

25. Estados Unidos

44. Panamá

46. Argentina

47. Jamaica

48. Brasil

Guatemala ocupa la posición 87 a nivel mundial, y su democracia es considerada como régimen híbrido.

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