ONU Mujeres ha expresado su temor por el retroceso a «un pasado oscuro» respecto a la situación de las mujeres en Afganistán, al tiempo que ha pedido incluir sus «necesidades» y «voces» en el futuro del país, controlado por los talibán.
Los talibán aplican un interpretación rigorista de la sharia, la ley islámica, bajo la que las mujeres no pueden tener vida pública y han de estar ocultas a ojos de cualquiera, también con su vestimenta.
Pero hasta ahora, y con la caída del Emirato Islámico en 2001, las mujeres sí han podido trabajar y estudiar en el país asiático y la llegada del fundamentalismo encarnado en los talibán hace temer una pérdida de las libertades conseguidas.
En palabras de la subdirectora ejecutiva de ONU Mujeres, Anita Bhatia, hasta hace unas semanas, las mujeres jugaban un rol «crítico» en Afganistán. Integraban el 30 por ciento de los servicios públicos y se encargaban de proporcionar servicios sanitarios cruciales, como la vacunación.
Abusos a los Derechos Humanos de las mujeres
Pero, «desde mayo, las informaciones sobre abusos a los Derechos Humanos de las mujeres son tan consistentes, tan uniformes y tan urgentes que no podemos simplemente ignorarlas», lamenta Bhatia, palabras en línea con las denuncias que la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, también ha elevado en los últimos días.
Bhatia ha resumido en declaraciones a Europa Press que las afganas «claramente» comunican a Occidente que un «retroceso en los derechos de las mujeres en Afganistán es inaceptable» y ha expresado su temor por una posible vuelta al «pasado oscuro» del país.
«Las mujeres nos cuentan que no pueden tener miedo cuando envían a sus hijas a la escuela. No pueden tener miedo de ser asesinadas simplemente por trabajar en un tribunal o presentarse a un cargo en el Parlamento, informar sobre política y administrar vacunas que salvan vidas», ha señalado. «No pueden vivir con miedo de no poder acceder a tratamiento médico y servicios educativos», ha apostillado.
Bhatia ha puesto el foco en que el «progreso» en cualquier lugar del mundo «únicamente es posible si todas las personas viven sus vidas libres de violencia y miedo», antes de recalcar que la libertad de movimiento ha de «respetarse y facilitarse».
En este contexto, la representante de ONU Mujeres ha recordado que las mujeres afganas tienen un largo historial de organizarse entre sí y, de forma paralela, ha reclamado que las trabajadoras humanitarias y las defensoras de los Derechos Humanos puedan llevar a cabo sus labores «sin miedo ni restricciones».
«Las mujeres afganas necesitan nuestro apoyo, ahora más que nunca», ha indicado Bathia, que ha reiterado el compromiso de ONU Mujeres con Afganistán, organización que permanecerá «en el terreno» para proporcionar servicios que salven sus vidas.
«Esenciales para la paz»
«Necesitamos que los comunicados políticos estén en concordancia con las realidades sobre el terreno, que las mujeres y las jóvenes continúen siendo centrales en el desarrollo de Afganistán y que sus necesidades y voces se incluyan», ha insistido, subrayando la participación de las mujeres es «esencial» para lograr una «paz duradera, estabilidad y crecimiento económico». «La única dirección de los derechos de las mujeres en Afganistán es para adelante», ha zanjado.
En el marco de las preocupaciones en la comunidad internacional sobre un eventual recorte o pérdida de los derechos de las mujeres en Afganistán tras el meteórico ascenso de los insurgentes, los talibán se han afanado por mostrarse más moderados que en 2001.
Uno de los portavoces talibán, Zabihulá Muyahid, explicó en su primera rueda de prensa tras la caída de Kabul que los derechos de mujeres y niños serán respetados, pero dentro de los límites marcados por la sharia.