Hillary Clinton buscará el martes coronar una carrera pionera en la política, que ha generado tanto admiración como hostilidad y que ha sobrevivido a varias polémicas, en su camino a la presidencia de Estados Unidos, un cargo que su marido ocupó durante ocho años.
La aspirante demócrata fue una abogada destacada, esposa de un presidente, senadora y la principal diplomática de Estados Unidos durante una carrera de décadas en la política antes de lanzar su candidatura para las elecciones de este año. En su primer intento en 2008, perdió las primarias ante el actual mandatario, Barack Obama.
Si Clinton, de 69 años, derrota al candidato republicano Donald Trump, será la primera mujer en ser elegida presidenta de Estados Unidos, tras haberse convertido en la única primera dama que ha conseguido ser electa para un cargo público. Su hora definitiva en la política estadounidense llega en un ambiente de intensa polarización y división en una sociedad donde hay visiones completamente diferentes sobre la propia Clinton.
Sus admiradores la consideran dura, capaz y en ocasiones una líder inspiradora que ha soportado incesantes esfuerzos de sus adversarios políticos por derribarla. Sus detractores ven a una política ávida de poder, oportunista y una feminista radical. Clinton entró a la contienda de 2016 como la favorita de su partido, y por lo tanto como una representante del sistema, la más conocedora de la mecánica interna del poder en momentos en que los votantes parecen encandilados con los advenedizos.
Durante décadas, Clinton se ha enfrentado a adversarios conservadores y republicanos y ha superado controversias, incluyendo las infidelidades de su esposo y un intento de la oposición por sacarlo de la presidencia. Famosa es su queja de 1998, durante el gobierno de su marido, de «una amplia conspiración de derecha». Muchos demócratas respaldan su defensa de los derechos de las mujeres en Estados Unidos y el extranjero, su deseo de una mayor justicia social y acceso a la salud, pero los sondeos muestran que la mayoría de los votantes no confía en ella.
Frente a Trump, de 70 años, ha presentado su candidatura como un baluarte frente a la amenaza que, dice, supone el magnate inmobiliario para la democracia en Estados Unidos. Como secretaria de Estado de Obama, entre 2009 y 2013, se enfrentó a las guerras civiles en Siria y Libia, al programa nuclear de Irán, a la mayor hegemoní de Rusia y a la creciente influencia de China.
Ya como candidata, incluso hizo frente a una desafiante audiencia de 11 horas en el Congreso en octubre de 2015, en la que soportó la crítica de los republicanos por la manera en que manejo el ataque a una sede diplomática en Bengasi, en Libia, en la que murió el embajador de Estados Unidos.
La desconfianza de sus rivales y de la prensa ha hecho que Clinton se mantenga en guardia. «La verdad es que durante todos estos años de servicio público, la parte del servicio ha sido siempre más fácil para mí que la parte pública», dijo Clinton al aceptar la candidatura demócrata. «Entiendo que hay alguna gente que no sabe bien donde encasillarme».
En la misma convención, Obama se refirió a sus años de experiencia. «No ha habido mujer u hombre -ni yo, ni Bill (Clinton)- que haya estado más preparado que Hillary Clinton para ser presidente de Estados Unidos». Los republicanos han acusado a Clinton de romper las leyes por usar un servidor privado para su correo electrónico mientras era secretaria de Estado. En julio, el director del FBI, James Comey, consideró que Clinton fue «extremadamente descuidada» con el manejo de información confidencial, pero el Departamento de Justicia aceptó la recomendación de no levantar cargos.
El domingo, el FBI puso fin a una nueva investigación sobre Clinton y los correos electrónicos, dándole aire a horas de la elección. Trump se ha apoyado en la investigación de los correos de Clinton para retratarla como la «retorcida Hillary», e incluso ha dicho que trataría de que la pongan «tras las rejas» si es electo, lo que ha alentado los cánticos de sus partidarios de «enciérrenla».
Clinton ha presentado a Trump como un racista instigador del odio, un sexista que evade impuestos, que admira al presidente ruso Vladimir Putin, y que no está preparado para ser jefe de Gobierno o comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo. «Que mujer más desagradable», retrucó Trump durante un debate entre ambos el 19 de octubre, cuando ella sugirió que él trataría de eludir los mayores impuestos que piensa imponer a los más ricos.
Ha sido Obama, su ex rival y ex jefe, uno de los que más ha defendido a Clinton frente a Trump. «Lo que distingue a Clinton del resto es que, a pesar de todo, ella sigue adelante y no deja de preocuparse, y no deja de intentarlo. No deja de luchar por nosotros, incluso cuando no siempre seamos capaces de apreciarlo», dijo el mandatario en un acto de campaña en septiembre.
*Con información e Yahoo News y agencias internacionales