El descubrimiento de un fósil de un espécimen de tiburón inusual que recuerda a las mantarrayas arroja luz sobre la diversidad morfológica de los tiburones del Cretácico.
Este alimentador de plancton fue descubierto en México y analizado por un equipo internacional de paleontólogos dirigido por un investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), que publica sus hallazgos en la revista ‘Science’.
- Hace 93 millones de años, extraños tiburones alados nadaban en las aguas del Golfo de México.
- Esta especie fósil recién descrita, llamada ‘Aquilolamna milarcae’, ha permitido a sus descubridores erigir una nueva familia.
- Al igual que las mantarrayas, estos ‘tiburones águila’ se caracterizan por tener aletas pectorales extremadamente largas y delgadas que recuerdan a las alas. El ejemplar estudiado tenía 1.65 metros de largo y 1.90 metros de envergadura.
Aquilolamna milarcae
El ‘Aquilolamna milarcae’ tenía una aleta caudal con un lóbulo superior bien desarrollado, típico de la mayoría de los tiburones pelágicos, como el tiburón ballena y el tiburón tigre. Así, sus características anatómicas le confieren un aspecto quimérico que combina tiburones y rayas.
Con su boca grande y supuestos dientes muy pequeños, debió alimentarse de plancton, según el equipo de investigación internacional liderado por Romain Vullo, del CNRS.
Los científicos han identificado, asimismo, solo una categoría de grandes alimentadores de plancton en los mares del Cretácico hasta ahora: un grupo de grandes peces óseos (pachycormidae), que ahora está extinto.
Hallazgo
Gracias a este descubrimiento, ahora saben que un segundo grupo, los tiburones águila, también estuvo presente en los océanos del Cretácico, según un comunicado del CNRS.
El espécimen completo fue encontrado en 2012 en Vallecillo (México), una localidad que produce fósiles notablemente conservados. Este sitio, ya famoso por sus numerosos fósiles de amonitas, peces óseos y otros reptiles marinos, es muy útil para documentar la evolución de los animales oceánicos.
Además de arrojar luz sobre la estructura de los ecosistemas marinos del Cretácico, el descubrimiento de los tiburones águila revela una nueva faceta, hasta ahora insospechada, de la historia evolutiva de los tiburones.