Cada día trae su propio afán. Este día para el oficialismo y sus aliados, el afán es hacerse del poder absoluto, controlando todo el sector justicia: ¿A dónde va Guatemala?
Gonzalo Marroquín Godoy
Las cartas están sobre la mesa. La famosa –y temible– alianza oficialista, ha venido cumpliendo al pie de la letra el maquiavélico plan para hacerse de la Corte de Constitucionalidad (CC), con el fin de asegurar que el marco de impunidad imperante en el país no tenga fisuras. En dos platos, terminar con la poca institucionalidad que existe en el sector justicia.
Solamente el Consejo Superior Universitario (CSU), pero solo tras la captura del rector Murphy Paíz y el exrector Estuardo Gálvez –ambos señalados por manipular las comisiones de postulación–, se salió del camino trazado por el oficialismo, al elegir a Gloria Porras y Rony López, quienes no cantan al son que les puedan tocar desde la Casa Presidencial o el Congreso.
Con la alianza oficialista controlando el Legislativo, no se podía esperar otra cosa que la designación de dos magistrados que no conocen lo que es la independencia, pues responden claramente a lineamientos de interés político y particular: Dina Ochoa y el diputado Luis Rosales, con claros vínculos con el partido Viva y la siempre aspirante presidencial, Zury Ríos.
El colegio de Abogados y Notarios, sin embargo, se mantuvo en la partitura, pero solo gracias al acarreo de abogados –de algunas dependencias del gobierno–, pues había surgido la candidatura de Francisco Rivas, quien hacía peligrar ese plan para mantener con vida la corrupción y la impunidad.
El ganador del oficialismo fue Néster Vásquez Pimientel, quien durante su paso por la CSJ se ha visto siempre como alguien afín al pacto de corruptos y con tendencia a proteger a la clase política. La abogada Claudia Elizabeth Paniagua, electa como magistrada suplente, tiene vínculos con el partido unionista, parte de esta alianza macabra.
Pareciera que la elección está cerrada (2-1), pero hay que recordar que con tres magistrados titulares se logra la mayoría. El presidente Alejandro Giammattei se ha negado a escuchar las sabias palabras del vicepresidente Guillermo Castillo, quien le ha pedido que se elija a alguien independiente y que se haga por medio de un procedimiento transparente. En vez de eso, hoy, a puerta cerrada, se decidirá el procedimiento o se hará de una vez la elección de los magistrados por el Ejecutivo.
Conociendo la personalidad del presidente, parece poco probable que haya voces disonantes en el gabinete de ministros. Claro que lo que pase dentro, si es malo, lo denunciará Castillo. Simultáneamente la CSJ –esa misma corte shuca que trata de impedir que Gloria Porras continúe en la CC–, pondrá la guinda al pastel, ya sea porque es la última en elegir, o porque el ejecutivo se retrasa y ellos ponen el tercer voto ganador.
Hay mucha gente buena que quiere salir de la actual CC por fallos que no les han parecido correctos y la tildan de ideológica. Está bien, lo malo es salir de las brazas para caer en un fuego que consumirá al país en los próximos años.
El oficialismo controla al Ejecutivo –lógicamente–, el Congreso –con aliados–, y mantendrá el control sobre la CSJ. Es decir, el poder absoluto de los poderes del Estado… Ojalá me equivocara, pero esto es lo que sucederá.