Fiel a su prédica de férrea austeridad, el presidente Andrés Manuel López Obrador apuesta a la disciplina fiscal como estrategia para aliviar el golpazo económico de la pandemia en México. Pero mantener finanzas públicas sanas tendría como precio una lenta recuperación.
«Ahorita que las economías se están recuperando, hay países que están enfrentando problemas fiscales graves. En México, para bien o para mal, no los va a haber», dice a la AFP Marco Oviedo, jefe de investigación económica para América Latina de Barclays.
«La contraparte es que muy probablemente la recuperación económica en México es mucho más lenta», agrega.
La economía mexicana, la segunda más grande de América Latina después de Brasil, cayó 18.7% en el segundo trimestre comparada con igual período de 2019, y 17.1% si se compara con el primer cuarto, arrastrada por los estragos de la covid-19.
En lo que considera una fórmula «única en el mundo», el gobierno de López Obrador evitó instaurar políticas fiscales contracíclicas, y endeudarse para hacer frente a la crisis, alegando que tales medidas solo ayudarían a las grandes empresas y «a los de arriba».
Austeridad
En su lugar, el mandatario izquierdista optó por mayor austeridad, el impulso a sus programas sociales y obras de infraestructura como la refinería que construye en el sureño estado de Tabasco o un nuevo aeropuerto para Ciudad de México.
Sin embargo, la respuesta fiscal mexicana a la pandemia es la menor entre los países del G20, «y eso conlleva el riesgo de una contracción más profunda y una recuperación más lenta», según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgado en junio.
El organismo espera una contracción de 10,5% para la economía mexicana este año y un repunte de 3,3% en 2021, cifra inferior a la que espera para Argentina, Chile o Colombia.
Cifras optimistas
Los analistas que mes a mes consulta el Banco de México (central) esperan una caída del PIB de casi 10% este año. Prevén también un crecimiento de apenas 2.95% para 2021.
El pronóstico para el próximo año es inferior al 4.6% que espera el gobierno federal en el proyecto de presupuesto 2021, un dato que varios expertos califican de «optimista».
En ese proyecto, que aún debe ser aprobado por la Cámara de Diputados, el gobierno apuesta por un balance fiscal primario (antes del pago de intereses de la deuda) de 0%, lo que «refuerza la señal de disciplina fiscal», según un análisis del banco español BBVA.
Por ello algunos prevén un desempeño productivo mediocre el año entrante.
«El austero presupuesto 2021 significa que la economía no recibirá mucho apoyo de la política fiscal», señala Nikhil Sanghani, economista de mercados emergentes de la firma británica Capital Economics.
«Esa es la razón por la que esperamos que la economía mexicana tenga un peor desempeño que otros mercados emergentes en los próximos trimestres», subraya.
Sin apoyo a las empresas
Cuando los nubarrones de la pandemia comenzaban a amenazar la economía, la comunidad empresarial propuso medidas fiscales al gobierno como diferir el pago de impuestos y seguridad social, y un endeudamiento temporal.
Sin embargo, el Ejecutivo no incluyó tales planteamientos en su respuesta a la crisis, lo que provocó una ruptura mayor con el empresariado, ya lesionado por otras decisiones presidenciales como la cancelación de un millonario aeropuerto para la capital que se construía en Texcoco.
«El presidente ha sido el depredador de la confianza empresarial. Tiene algunos amigos empresarios, lo cual no significa que sea amigo de los empresarios», dijo el lunes pasado Gustavo de Hoyos, líder de Coparmex, organización empresarial crítica del gobierno, al diario Reforma.
No obstante, el más influyente Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha insistido en dialogar y espera firmar el próximo lunes un acuerdo de reactivación económica con la administración de López Obrador, que incluirá varios proyectos de infraestructura.
Para Oviedo, de Barclays, una estrategia más integral contra la crisis habría pasado necesariamente por ayudar al empresariado, especialmente a sectores muy golpeados por la epidemia como los restaurantes o la vital industria turística.
No obstante, «la relación con el sector no es la mejor, es difícil pensar en ese escenario», concluye.