Foto: Medardo Mairena, del Movimiento Campesino (i) y Juan Sebastian Chamorro, de la Alianza Cívica, asisten a la firma del estatuto de la Coalición Nacional entre siete organizaciones en Managua, el 25 de junio INTI OCON AFP/Archivos
La Coalición Nacional opositora de Nicaragua ha sido presa de fuertes discrepancias internas, poniendo en duda su capacidad para enfrentar unida al presidente Daniel Ortega en las elecciones de noviembre de 2021.
Pugnas por hegemonías, la exclusión de jóvenes y la decisión de un actor clave, el derechista Partido Liberal Constitucionalista (PLC), de actuar sin consenso, han colocado a la Coalición en una situación de extrema fragilidad.
Mientras tanto, el tiempo apremia pues que tiene hasta noviembre para conseguir su personería jurídica y participar con bandera propia en los comicios de 2021, en los cuales Ortega buscará un cuarto mandato sucesivo.
Coalición
«En estos momentos hemos hecho un cese en el avance de la arquitectura (de la coalición) con el tema de comisiones encargadas de la definición del plan país y de la organización territorial» debido a las discrepancias entre las partes, dijo a la AFP Ivania Álvarez, de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).
La UNAB es una de las siete agrupaciones que conformaron la Coalición creada en febrero y que reúne al movimiento campesino y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), surgida en el marco de las protestas sociales de 2018 para exigir la salida de Ortega.
El resto son partidos políticos, entre ellos el PLC del expresidente Arnoldo Alemán (1997-2002), quien ha sido criticado por pactar en el pasado acuerdos con el Frente Sandinista (FSLN, izquierda) de Ortega.
Protestas
Los jóvenes que en 2018 encabezaron las protestas que arrinconaron a Ortega, en el poder desde 2007, reclamaron una mayor representación dentro de la coalición, pero se retiraron ante la falta de respuesta.
«Nos encontramos con un montón de muros, que son personas que se opusieron a la entrada de los jóvenes (…) Nos estamos llevando muchas decepciones de la clase política tradicional», dijo a la AFP Dolly Mora, de la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN).
Agregó que «dijimos basta, no vamos a entrar en los espacios en los que no queremos estar».
PLC atiza el fuego
Pero la decisión del PLC de enviar recientemente una carta a la Organización de Estados Americanos (OEA) en la que se opone a cualquier reforma electoral que altere el control que sandinistas y liberales tienen sobre las estructuras electorales, acentuó la crisis.
La propuesta no tuvo eco en la OEA, que en cambio ha sugerido a Nicaragua trabajar en reformas que garanticen un proceso electoral transparente, pero causó alarma entre sus aliados de la Coalición, con varias voces que piden la salida del PLC.
«Las fuerzas emergentes habían invitado a los partidos políticos (a la Coalición), pero no para que dominaran el espacio», advirtió Álvarez.
Consideró que no se trata de que la sociedad civil tenga más peso que los partidos políticos, sino de que «haya una equidad» en la toma de decisiones.
El subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Michael Kozak, dijo en Twitter que el martes sostuvo una teleconferencia con dirigentes emergentes de la Coalición Nacional para abordar sus «esfuerzos por crear una alternativa democrática unificada con visión esperanzadora para el futuro» de Nicaragua.
«Se ve que a Estados Unidos le preocupa la situación», dijo el exsacerdote y exdiplomático Edgar Parrales, para quien Washington apuesta por la «transformación democrática» de Nicaragua a través de las fuerzas emergentes y no de los partidos políticos tradicionales.