Médicos turcos se convierten en «detectives» para rastrear el coronavirus

Con el equipo de protección completo, dos médicos suben las escaleras de cuatro en cuatro. Su primera tarea del día es evaluar a una mujer que ha tenido contacto con un paciente con coronavirus en Estambul.

Visiblemente perturbada por la irrupción de estos dos hombres con trajes protectores en el pasillo de su apartamento, la mujer, residente en el popular distrito de Fatih, responde a sus preguntas antes de ser sometida a un examen. Los resultados estarán al día siguiente.

En Turquía, casi 6.000 equipos de «rastreadores», todos profesionales de la salud, siguen las pistas de casos potenciales de COVID-19 las 24 horas del día mediante la identificación y el seguimiento de personas que han tenido contacto con pacientes.

El gobierno turco sostiene que al ayudar a encontrar nuevos casos que luego son rápidamente aislados y tratados, el rastreo ha ayudado a contener el brote y limitar el número de muertes.

Incluso si algunos observadores han cuestionado la fiabilidad de los datos oficiales, la cifra de muertos en Turquía parece relativamente baja dada la cantidad de infecciones, con 3.641 muertes registradas y más de 133.700 casos, según datos publicados el jueves.

El ministro de Salud, Fahrettin Koca, dijo el lunes que creía que el rastreo era «el núcleo del éxito (de Turquía)» en la lucha contra la enfermedad.

Según Koca, cada proceso de seguimiento identifica un promedio de 4,5 personas que han estado en contacto con un paciente. Más de 460.000 personas fueron contactadas estos servicio en Turquía, según dijo el 29 de abril.

Trabajo de detectives

Para encontrar casos potenciales, los médicos hacen «un verdadero trabajo de detective», dijo Melek Nur Aslan, directora de la Agencia de Salud Pública en el distrito de Fatih.

Cuando se identifica a un paciente con COVID-19, «tratamos de rehacer sus pasos en las últimas 48 horas antes de la aparición de los primeros síntomas hasta el momento en que dan positivo» al virus, dijo a AFP.

Para esto, los médicos visitan a los pacientes o sus hogares con una lista de preguntas: ¿a dónde fueron? ¿Con quién hablaron? ¿Estaban usando una máscara? Luego compilan una lista de personas potencialmente contaminadas a las que les piden autoaislarse durante 14 días.

Si la persona tiene síntomas o los desarrolla durante su confinamiento, se les realiza una prueba de laboratorio.

Esto es exactamente lo que ha ocurrido en Fatih, donde los médicos acaban de intervenir: la mujer que han visitado se quejó de fatiga y migrañas.

Una vez que los médicos abandonan el edificio, se sacan su equipo de protección y lo arrojan a una gran bolsa de basura.

Uno de ellos lleva una caja que contiene la muestra que se enviará al laboratorio durante el día. Si la prueba es positiva, la mujer «aparecerá como un caso confirmado en nuestro archivo, lo que conducirá a un nuevo proceso de rseguimiento», dijo uno de los «detectives», el médico clínico Mustafa Sever.

Llevar tranquilidad

El papel de los investigadores también será crucial para evitar una segunda ola de contagio en Turquía, un país que se prepara para flexibilizar las medidas restrictivas, incluida la reapertura de centros comerciales y peluquerías a partir del lunes.

A diferencia de otros Estados donde el seguimiento ha llevado a debates sobre la confidencialidad y cómo se utilizan los datos, Turquía siguió este camino para abordar la pandemia desde el principio.

Según Melek Nur Aslan, sólo los trabajadores sanitarios a cargo de rastrear posibles casos de coronavirus tienen acceso a los datos recopilados.

El seguimiento no es nuevo en Turquía. Sever dijo que había llevado a cabo «investigaciones» similares durante una epidemia de sarampión en Estambul.

Los rastreadores también dependen de médicos de familia que regularmente llaman a sus pacientes para preguntarles sobre su salud y asegurarse de que respetan las medidas de confinamiento.

Sólo en Estambul 1.200 equipos de dos a cuatro investigadores buscan constantemente nuevos casos potenciales, afirmó Aslan.

Además de sus esfuerzos de búsqueda, también brindan consejos sobre cómo evitar infectar a otros y tranquilizar a las personas que visitan.

«Cuando vamos a los hogares, las personas ven que alguien los está cuidando, que no se los ignora», dijo Sever. «Si están preocupados, hablamos un poco con ellos para tranquilizarlos».

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