Sin lugar a dudas, su nombre, biografía obras y milagros están dentro del imaginario guatemalteco. No es para menos, fue un hombre dedicado de lleno al apostolado, siempre del lado de los pobres. En esta ocasión repasamos aspectos relevantes en su vida.
Nacido en Villaflor de Tenerife el 21 de marzo de 1626 y fallecido el 25 de abril de 1887, en Guatemala. Fue hijo de pastores, agricultores y educado con una visión cristiana. Tras abandonar su tierra natal, arribó a la Capitanía a sus 25 años, tras serle encomendada la región para que realizara su apostolado.
Vocación
Las palabras pobreza, penitencia y servicio siempre lo acompañaron. Desde su llegada, enfermó se mantuvo muy cercano a los marginados y tras recuperarse de salud, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, Antigua Guatemala. Siempre se le vio por la calles de la ciudad acompañado de su sombrero, y bastón y la campana, los cuales tenían el significado de: el primero par recaudar limosnas para los enfermos; el segundo, su fiel ayudante para caminar y la tercera para llamar la atención.
Orden de los Bethlemitas
El Beato era entregado a la oración y a la penitencia. Otro de sus valiosos aportes fue la fundación de una escuela para niños sin hogar. Su aporte significativo en la pedagogía fue que escribió un reglamento, el cual fue adoptado por las mujeres que atendían la educación de los niños que asistían, lo cual fue un adelanto de lo que más tarde se conoció como la Orden de los Bethlemitas y las Bethlemitas, las cuales tuvieron mayor reconocimiento años más tarde.
Su legado se amplió al adelantarse de su época en la innovación de métodos pedagógicos. Además estableció servicios sociales que para su época no eran posibles, tal como lo demuestra la construcción del hospital para convalecientes.
Murió a los 41 años de edad. Sin lugar a dudas, sus escritos espirituales poseen mucha agudeza y profundidad. El 22 de junio de 1980, el Hermano Pedro fue beatificado por el papa Juan Pablo II. El 30 de julio fue canonizado, también por el sumo pontífice.
Sus milagros
Para la canonizaión del Hermano Pedro era indispensable la comprobación documentada y certificada científicamente de un milagro.
Uno de ellos, ocurrido en 1985, cuando un niño de 5 años, enfermo de linfoma linfoblástico difuso, fue curado por el entonces Beato Hermano Pedro. Lo anterior sirvió a la causa que seguía en Roma el postulador General, el franciscano Lucca de la Rosa, y el Vicepostulador Damián Muratori.
Tal y como lo señala la página web de Conozca la Antigua, según antecedentes, Adalberto González, originario de Vilaflor de Chasma, Tenerife, Islas Canarias, fue ingresado a un hospital el 29 de marzo de 1985, por sufríar quebrantos de salud. Tras un examen médico, el 24 de abril del mismo año le diagnosticaron una forma de cáncer cuya curación parecía casi imposible.
Al día siguiente, el 25 de abril, motivados por la reciente Beatificación del Hermano Pedro de San José Betancur, la comunidad de Vilaflor, encabezada por la familia de Adalberto, el párroco, profesores y compañeros, iniciaron el rezo de una Novena para encomendar la salud del pequeño al Venerable Hermano Pedro, cuyo aniversario se celebra el 25 de abril de cada año. El día 30, del mismo mes y año, se inició una terapia muy fuerte para recuperar la salud de aquel niño.
Al hacerse pública esa Novena, se realizó una peregrinación llevando flores a La Cueva, como se le conoce al lugar donde Pedro de Betancur descansaba luego de pastorear ovejas, durante su niñez; y donde actualmente se encuentra una efigie que lo representa.
A partir del rezo de aquella Novena, Adalberto empezó a sentir mejoría. Además, una monja Bethlemita, Sor Georgina, le visitaba y donde él sentía dolores le colocaba una reliquia del Beato y, en ese momento, el infante sentía un alivio del dolor; notándose una mejoría el 24 de julio de 1985 hasta sanar completamente; sorprendiéndose los médicos al observar que la enfermedad había desaparecido. En la actualidad, el joven Adalberto González lleva una vida tranquila en la ciudad de Vilaflor de Chasma, sintiéndose feliz por ser la prueba viviente de la santidad del Hermano Pedro.
En vista de esa sanación fuera de lo común, entre 1988 y 1996, en la Diócesis de San Cristóbal La Laguna, Tenerife, se instruyó el proceso sobre el milagro para solicitar la Canonización del Beato Hermano Pedro. El 7 de julio de 2001, ante el Papa Juan Pablo II, se promulgó el Decreto que testifica la autenticidad del milagro presentado para esa Canonización.
El Esquisúchil: Árbol milagroso del Hermano Pedro
Un hermoso día de primavera, del año 1657, cuando el Hermano Pedro iba de romería a la virgen de la Inmaculada Concepción; de pronto, detrás de un árbol, escuchó una voz quejumbrosa que decía:
—¡Auxilio! ¡Ayúdeme! ¡Tengo mucha hambre! ¡Llevo muchos días perdido por el volcán de Agua y hasta ahora encuentro alguien que me pueda ayudar!
Inmediatamente el santo consiguió unas tortillas, frijolitos, atol de elote y un pedazo de pollo para calmar el hambre del pobre desdichado.
Al inclinarse para darle de comer y beber, sintió un aroma extraordinario; nunca antes había sentido una fra-gancia tan deliciosa. Al levantarse, se encontró con una rama cuajada de flores blancas. “Ah… son estas flores tan blancas y puras, llenas de aroma. Plantaré esta rama en el patio de la capilla Calvario, como recuerdo ese día.
Tras más de 345 años, la rama sembrada por Pedro de Betancourt es un árbol que cobija a los sufridos y buscan protección. Se conocen muchos milagros y curaciones realizadas por esa flor (tomado de El eco de una campana resuena en Guatemala).
Francisco Alejandro Méndez
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