La pelea de los pesos pesados más esperada en casi dos décadas tiene en vilo al mundo del boxeo cuando este sábado en Las Vegas el invicto campeón del Consejo Mundial de boxeo (CMB), el estadounidense Deontay Wilder, enfrente al británico Tyson Fury en la revancha más esperada de la división.
Considerado como el mayor combate del peso máximo desde que Lennox Lewis venciera a Mike Tyson en el 2002, Wilder y Fury se enfrentan cara a cara 14 meses después de un encarnizado combate que terminó empatado en Los Ángeles.
Los boletos para la pelea del sábado en el MGM Grand Garden Arena en Las Vegas han cambiado de manos por hasta 11.000 dólares, mientras que los promotores predicen que el evento podría generar más de dos millones de dólares en ventas de pago por ver solo en los Estados Unidos.
En el centro de la acción están dos de los protagonistas más carismáticos y hábiles del boxeo del peso pesado, el «Bombardero de Bronce» Wilder y Fury, el excéntrico y autodenominado «Rey Gitano» del norte de Inglaterra.
En un combate a 12 asaltos, ambos peleadores llegan con récords invictos, con Wilder, de 34 años, buscando el triunfo 43 (41 KOs) y un empate.
En tanto, Fury tiene 29 triunfos con 20 combates por la vía del cloroformo.
La pelea es un choque clásico de estilos, enfrentando el devastador poder de eliminación de Wilder contra el estilo defensivo más evasivo y con muchos movimientos de Fury.
Fury promete ser más agresivo
En su primera pelea en Los Ángeles, Fury se recuperó de dos caídas estremecedoras para reclamar un empate, saltando milagrosamente del lienzo en el duodécimo asalto para esperar por una parte del botín.
Fury ha dicho que en la revancha del sábado promete adoptar un estilo más agresivo, insistiendo en que está apuntando a un nocaut temprano.
«Mi propio destino reside en mis dos puños», dijo el boxeador británico de 31 años.
«Lo trataré más agresivamente. El error que cometí la última vez fue no rematarlo cuando estaba herido», apuntó.
El púgil británico no es famoso por su poder de golpe de nocaut en bruto, y su camino más probable hacia la victoria sigue siendo por decisión, resultado que ha marcado sus actuaciones más importantes en su carrera.
También hay signos de interrogación sobre la salud de Fury, ya que requirió más de 40 puntos para arreglar un horrible corte sobre su ojo derecho en una victoria sobre Otto Wallin en su última pelea en septiembre.
Fury regresó en el 2018 después de un paréntesis de tres años en los que pasó luchando contra la depresión, la bebida y los problemas de drogas.
Wilder minimiza a Fury
En tanto, la preparación de Wilder para la revancha ha transcurrido relativamente bien.
Derribó a Dominic Breazeale en un asalto el pasado mes de mayo, y luego se anotó un espectacular nocaut en el séptimo asalto sobre el cubano Luis Ortiz en noviembre.
Aunque Wilder y Fury se empujaron el uno al otro en un enfrentamiento en Las Vegas el miércoles, el campeón estadounidense se ha mostrado esta semana como el más aplomado de los dos.
Wilder, que suena relajado, es escéptico respecto de los votos de Fury para seguir un plan más agresivo, y en cualquier caso duda que el británico posea el poder para llevarlo a cabo.
«No creo nada de lo que Fury dice en este momento», dijo Wilder.
«Es solo un hombre alto que puede moverse alrededor del ring. Y eso es todo. En cuanto al poder, no hay ninguno ahí. No creo que pueda desarrollar (poder), sin importar el entrenador que traiga. Simplemente no desarrollas poder en un par de semanas. Es imposible», añadió el estadounidense.
Wilder también cree que ha dejado una marca psicológica duradera en Fury después de la devastadora caída en su primer encuentro.
«En el fondo de su corazón, realmente siento que está nervioso desde la primera vez», dijo Wilder. «Cuando tumbas a una persona y sufres una conmoción cerebral, nunca lo olvidas».
«Cuando vuelves al ring con esa persona por segunda vez, tiene que ser estresante», puntualizó.