La policía francesa lanzó el martes un llamado para que salgan del silencio las potenciales víctimas del escritor Gabriel Matzneff, investigado por violación de menores en Francia.
«Ha sido víctima o testigo de actos de carácter sexual, susceptibles de interesar a esta investigación, la policía judicial quiere asegurarles que se moviliza y está plenamente disponible para recibir sus testimonios», reza el llamado, acompañado de un número de teléfono.
La fiscalía de París abrió a principios de mes una investigación preliminar por violación de menores de 15 años, después de que una editora francesa publicara un libro acusando a Matzneff de haberla seducido cuando ella tenía 13 años y él casi 50.
El autor nunca ha escondido su gusto por el sexo con adolescentes, incluyendo prácticas pederastas en Asia, que detalla en su prolífica obra.
«Además de los acontecimientos descritos por Vanessa Springora» la investigación «tratará de identificar a todas las demás víctimas eventuales que podrían haber sufrido violaciones de la misma naturaleza en el territorio nacional o en el extranjero», detalló el fiscal de París Rémy Heitz.
La responsabilidad de los fiscales es asegurarse de que «no haya víctimas olvidadas», añadió.
Si bien Springora fue escuchada por investigadores en enero, los acontecimientos que le conciernen prescribieron.
Matzneff, de 83 años, ha sido durante mucho tiempo tolerado, admirado e incluso protegido en los círculos literarios de París. En 2013, ganó el prestigioso premio Renaudot y en 1984 fue recibido por el presidente François Mitterrand en el Palacio del Elíseo.
Pero la editorial Gallimard anunció en enero la suspensión de la comercialización de los diarios del escritor tras la polémica provocada por el libro de Springora.
En una entrevista con la televisión francesa en enero, dijo que «lamentaba» sus viajes a Asia para tener relaciones sexuales con niños, afirmando que en ese momento «nadie dijo nunca que fuera un delito».
Matzneff, que ahora vive en un lugar no revelado de la rivera italiana, dijo al New York Times en un artículo publicado el martes que se siente «como un muerto viviente».