Aunque han cambiado las formas, en el fondo, continúa presente en la sociedad guatemalteca, afectando con ello el desarrollo social de la nación. La antropóloga y experta en temas indígenas, Irma Velásquez Nimatuj, y el presidente del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, Álvaro Pop, analizan este problema social.
Álvaro Alay
¿Cómo evalúa el racismo en el país?
Velásquez: En Guatemala es una opresión estructural y fundamental que da privilegios de color, económicos, sociales, culturales, políticos, entre otros, principalmente, a un sector pequeño, que es la elite criolla que gobierna Guatemala desde la época Colonial. Sin embargo, el racismo en Guatemala sí ha cambiado, debido a que no es el mismo de la época de la Conquista, cuando se consideraba que los indígenas no tenían alma o el del siglo XX, cuando se les unificó como guerrilleros y se cometieron actos de genocidio en contra de varios pueblos. A pesar de que se ha transformado lentamente, en el fondo el racismo se sigue usando para controlarlos, negarles educación, salud, entre otros servicios, con el propósito de que se sigan reproduciendo significativos sectores de mano de obra masiva y barata a las fincas o ciudades.
¿Cuáles son los factores sociales que impiden su desaparición?
Pop: La Guatemala de hoy no es la misma de hace 30 años, donde no podríamos concebir una institucionalidad que respondiera a temas indígenas; ahora tenemos 29 instituciones, que aunque no funcionen bien, tienen mandatos, eso es una oportunidad para transformar el país. Son procesos lentos que no dejan de ser cambios contundentes.
¿Cuáles son las razones que están detrás de las prácticas racistas y qué tan grave es para el país?
Velásquez: Las razones que están detrás son el mantenimiento del control económico, territorial, político y cultural. Seguir manteniendo un mismo Estado monoteísta que continua oprimiendo material e ideológicamente al resto de culturas. Lo grave es la imposibilidad de mejorar la vida colectiva de los pueblos indígenas en todos los aspectos. El mantenimiento de la supremacía, por medios violentos o formales, de una pequeña elite sobre el resto de la población y la continuidad de mantener las enormes iniquidades sociales y políticas, solo agravará la pobreza y fomentará la violencia en sus múltiples formas. Ningún país puede aspirar a tener paz, cuando el 80 por ciento de sus pueblos, que son diferentes, viven despreciados racialmente y en pobreza material.
¿Ha habido algún cambió en el país referente a este tema?
Pop: Los cambios existen, uno de ellos es la cantidad de estudiantes universitarios indígenas del interior del país, especialmente en municipios indígenas, otro tema es la burocracia indígena que hay en el Estado de Guatemala, solo los maestros me parece que son más de 200 mil. Veo el mundo indígena como las flores que van creciendo cada día más. El tema indígena cobra importancia, pero en el modelo económico seguimos en el siglo XVIII, es decir, que los de siempre son más ricos y los de siempre son más pobres.
¿Cuáles son los sectores hacia quienes más se canaliza el racismo?
Velásquez: Los pueblos mayas, garífunas y xincas y dentro de ellos a las mujeres, porque es más fácil atacar, subestimar o ignorar a quienes están en la última posición de la pirámide racial que ha sido creada, sostenida y reproducida por ellos mismos. Allí están las mujeres indígenas, quienes día a día enfrentan la brutalidad del racismo en los espacios en donde viven o trabajan.
¿Cuál es su perspectiva sobre el racismo y discriminación en redes sociales?
Velásquez: En esos espacios las clases medias, mujeres y hombres de todos los niveles sociales y formaciones muestran con toda la amplitud su racismo severo junto a sus niveles extremos de ignorancia y vulgaridad. Son esos espacios, los excepcionales ejemplos que reflejan lo que este país ha formado y producido en términos de capital humano, de capital profesional y son los que gobernarán o gobiernan este país, son la mejor muestra de porque el país está en una severa crisis humana, de capacidad y de valores.
Se han visto funcionarios siendo un tanto racistas ¿Cómo se interpreta?
Pop: Es lo más natural, porque el Congreso, el Ejecutivo y el Judicial no los trajimos de Marte. No es de afuera, viene del pueblo y el pueblo, desde sus más íntimas entrañas, genera una serie de ideas sobre los otros. No olvidemos que ellos representan a la sociedad y no solo en términos políticos y legales, sino en términos sociológicos, es la realidad del país y se mira en todos lados.
En lo que respecta al sistema de justicia en este tema, ¿cómo lo evalúa?
Velásquez: Es uno de los más racistas, vean cuantos indígenas acceden u obtienen justicia, a pesar de los crímenes atroces que han enfrentado, pocos, muy pocos, la mayoría de indígenas que usan el sistema de justicia se enfrentan al mismo proceso, una y otra vez y saben que van a perder, que para ellos la justicia no llega. El sistema de justicia es responsable de que en este país la población indígena viva en las condiciones de inequidad.
¿Cómo afecta en lo personal, a quien ha sido víctima de racismo?
Velásquez: Se siente inferior, vive con sentimientos de odio hacia el sistema o hacia sectores a quienes considera responsables. Impide que los pueblos puedan aportar todo el potencial que poseen, que amen su tierra, que se identifiquen con su nación, que tengan sueños. El racismo castra a quien lo enfrenta y lo vive.
¿Qué debe hacer el Estado para combatir este problema?
Pop: Lo primero que se debe hacer es una reforma constitucional, la Constitución del 85 es una constitución que responde a procesos contrainsurgentes. Es una constitución que, pese a que tiene aspectos valiosos como su primer capítulo sobre derechos humanos, no responde del todo, específicamente, porque en su momento fue importante y valiosa, pero el mundo está corriendo demasiado rápido.
Hubo una comisión del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de la ONU que estuvo recientemente en el país ¿a qué conclusiones llegó la comisión?
Pop: La declaración final es muy fuerte, hace un diagnostico de país donde se reconoce los avances y se aprecia que haya un gabinete de interculturalidad, el cual es el mejor modelo para trabajar el tema.
Se reconoce que hay voluntad de hacer cambios, pero también incluyen que hay hechos que demuestran que de la intención al hecho hay un gran trecho.
La desnutrición crónica en pueblos indígenas alcanza el 78.5 por ciento, lo que demuestra una intencionalidad racista. Cómo es posible que haya regiones no indígenas donde la desnutrición bajó, pero de manera radical en regiones indígenas la desnutrición aumentó; otro tema que se abordó es que en un país con crecimiento económico aumenta la desigualdad, cómo se explica que hubo crecimiento económico de 3.4 por ciento, pero aumentó la desigualdad.