Durante doce meses han permanecido prófugos y las autoridades no han logrado dar con su paradero. Su captura y los secretos que guardan podrían implicar a nuevas personas, arrojar nueva luz, fortalecer o ampliar las investigaciones sobre la más grande red de defraudación aduanera desmantelada hasta ahora.
Rodrigo Pérez / rperez@cronica.com.gt
Un total de 16 personas, entre funcionarios con mandos medios en la Superintendencia de Administración Tributaria y personas particulares vinculadas a la red de defraudación aduanera liderada por Otto Pérez y Roxana Baldetti, han logrado burlar y escabullirse del brazo de la justicia durante un año.
La sombra de la impunidad los ha favorecido hasta el momento, a pesar de que existen órdenes de captura giradas en su contra desde hace un poco más de 12 meses. Pareciera que se los hubiera tragado la tierra, porque las autoridades, que dicen buscarlos por cielo, mar y tierra, no han podido ponerles las manos encima.
Entre los prófugos se encuentran encargados de aduanas, responsables de hacer y fijar los cobros ilícitos a los importadores que hacían uso de La Línea para pagar menos impuestos; prestanombres para abrir cuentas bancarias, en las cuales se depositaba dinero defraudado al Estado; administradores de aduanas, y técnicos o vistas aduaneros.
Sin poder hacer movimientos bancarios para agenciarse de dinero y tampoco utilizar tarjetas de crédito o débito, porque podrían ser rastreados, los prófugos se las han arreglado hasta el momento para sobrevivir y no morirse de hambre, ya sea en tierras guatemaltecas o de la nación hacia donde hayan huido a hurtadillas.
Han encontrado la forma de pasar desapercibidos y de moverse con seguridad en donde sea que se encuentren. Todo ello hace pensar que existen personas vinculadas a la estructura liderada por el ex binomio presidencial, que les proveen dinero en efectivo, que conocen su paradero y que los han ayudado a mantenerse lejos del brazo de la justicia.
La ausencia de estas capturas demuestra una falencia en el sistema de seguridad del país. Estamos hablando ya de más de un año y hay personas que no están siendo puestas a disposición de la justicia, afirma Lisandro Acuña, analista en temas de seguridad y justicia del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ipnusac).
Un pez gordo
De todos los que han evadido el banquillo de los acusados y ver la salida y puesta del sol tras las rejas, sobresale Luis Alberto Mendizábal Barrutia. La polémica, las acciones que rayan el límite de lo legal e ilegal y su cercanía con el poder lo han acompañado desde siempre.
Fue vinculado a la estructura La Línea y acusado por el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de negociar —desde el primer día de las capturas por este caso el 16 de abril de 2015— y supuestamente pagar para que la jueza Marta Sierra de Stalling dejara en libertad bajo fianza a Francisco Javier Ortiz —Teniente Jerez y presunto jefe de la estructura externa—, Miguel Ángel Lemus —integrante de la estructura externa media—, y a Salvador Estuardo González —alias ECO actual colaborador eficaz y sindicado de ser jefe de la estructura externa superior—.
Sindican, además, a Mendizábal Barrutia de haber mantenido contactos con algunos integrantes de la estructura dedicada a la defraudación aduanera —externa al gobierno— y de haber sostenido reuniones con ellos en la Boutique Emilio, negocio de su propiedad, y en cuyo parqueo se les pudo observar distribuyendo dinero, al parecer proveniente de negocios ilícitos.
No es la primera vez que Mendizábal Barrutia es vinculado a actividades al margen de la ley o muy al límite de esta. De él se dice que participó en los intentos de golpe de Estado contra el expresidente Vinicio Cerezo Arévalo, en 1988 y 1989.
Fue él también el que, el 12 de mayo de 2009, ayudó a difundir un video póstumo en el que el abogado Rodrigo Rosenberg acusaba al entonces mandatario Álvaro Colom Caballeros de su asesinato.
La difusión del video creó una enorme crisis política que estuvo a punto de derrumbar al gobierno de Colom. Luego, tras las investigaciones, se supo que todo lo dicho por el abogado fue una mentira y que él mismo se hizo asesinar y luego incriminó al expresidente Colom.
Se considera que Mendizábal Barrutia es uno de los prófugos que podría aportar nueva información en las investigaciones del caso de La Línea o fortalecer y reforzar las pesquisas con que cuenta el MP y la CICIG.
Controles débiles y corrupción
Las debilidades del Estado, en este caso, en especial los controles migratorios, y la corrupción imperante en el resto de naciones centroamericanas serían las razones por las que no han sido capturados el resto de integrantes de la red de defraudación aduanera liderada por Pérez y Baldetti.
¿Cómo explicar que a un año no han podido ser capturados los más buscados por la justicia? Tiene que ver en algunos casos, sobre todo en el de las personas que tienen mayor capacidad económica y contactos con funcionarios públicos, el hecho de que continúan existiendo estructuras de corrupción en la Policía Nacional Civil y del Ministerio de Gobernación que no permiten dar con el paradero de estas personas. Por ello se debe mejorar controles internos para identificar qué personas están colaborando o no haciendo lo suficiente para dar con los prófugos, afirma Ernesto Archila, experto en temas de seguridad y justicia.
Acuña, del Ipnusac, también comparte esa opinión. La filtración de información facilita a los prófugos burlar las estrategias que se implementan para su captura. Hay personas dentro de las instituciones que conocen estos detalles de la estrategia de búsqueda, y están las que trasladan la información y los medios —como dinero— para que la persona pueda sobrevivir, subraya el entrevistado.
Para Julio Rivera Clavería, exviceministro de Gobernación, es muy difícil, para una nación como la nuestra, concretar las capturas. No es fácil, porque no tenemos suficiente personal y tampoco uno que se dedique con exclusividad al tema de ir a buscar prófugos. Desde luego, hay una sección dedicada a capturar, pero no se dan abasto, son muchas las capturas que ellos tienen pendientes, enfatizó Rivera Clavería.
Otro de los problemas, asegura el entrevistado, es que en las naciones de la región las personas que huyen de la justica fácilmente, pueden cambiar de la identidad debida a la corrupción imperante en esos países.
Así las cosas, de momento todo apunta a que solo un error pueda hacer caer a los 16 hombres más buscados por la justicia guatemalteca. Así que todo es cuestión de tiempo.
Entre los prófugos se encuentran encargados y técnicos o vistas de aduanas ubicadas en Puerto Quetzal y Santo Tomás de Castilla.