Cuando Noruega decidió, hace diez años, pagarle a Guyana, un pequeño país sudamericano cubierto de bosques, para que reduzca la desforestación, se desconocía aún la eficacia de una medida de ese tipo. Un estudio publicado en Estados Unidos sostiene que se puede concluir que sí es eficaz.
Esta clase de programas internacionales -dinero a cambio de bosques- se declinó en centenares de formas desde la década de 2000 y se los conoce bajo el acrónimo REDD+, que significa reducir las emisiones (de gases con efecto invernadero) debidas de la desforestación y la degradación.
Los bosques son como pozos de carbono, gracias a la fotosíntesis: cortar un árbol equivale así a emitir dióxido de carbono.
Gracias a los satélites de observación, hoy se puede contar con bastante precisión el número de hectáreas desforestadas en determinada región.
En 2009, Noruega destinó unos 250 millones de dólares para que Guyana limitara a 0.056% la tasa de desforestación anual entre 2010 y 2015. El objetivo fue logrado.
Esa meta era superior a la tasa de desforestación de la década precedente (0.036%), pero los investigadores calculan que el contrato noruego permitió en realidad reducir en 35% la pérdida de árboles en relación a la que hubiera tenido lugar sin contrato, es decir el equivalente a 12.8 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
Sin ese contrato, agregan, la desforestación hubiera aumentado fuertemente en razón de la explosión de los precios del oro, un metal cuya búsqueda explica la destrucción de bosques en Guyana.
El gobierno de Guyana tenía más interés financiero en controlar a los mineros de oro y limitar la desforestación, porque la cantidad involucrada, 250 millones de dólares, excedía lo que potencialmente generaba el comercio del metal, concluyen los autores.
Una prueba más de la eficacia del contrato es que tras su finalización, en 2015, la desforestación está en aumento.
Además, durante el período en cuestión crecieron los desmontes en la región fronteriza de Surinam, lo que corresponde a una «fuga» de mineros.
En septiembre, Noruega firmó un nuevo tipo de acuerdo con Gabón por el cual el país africano será remunerado de acuerdo con un criterio aún más exigente: la cantidad de toneladas de carbono no emitidas en comparación con el promedio reciente.
Noruega abonará 10 dólares por tonelada no emitida, pero pagará solo si las metas se alcanzan.