Considerado el hombre que «salvó» La Habana, Eusebio Leal, su historiador oficial, cree que la capital de Cuba, que festeja sus 500 años, permanece «intacta», tocada por algún tipo de magia pero también gracias a un ambicioso trabajo de conservación y restauración.
«Me agrada mucho que la ciudad haya quedado como a la expectativa de un tiempo mejor, yo creo que ese tiempo se acerca», confía a la AFP este hombre de 77 años, diputado, figura pública clave en la isla y muy conocido por los cubanos. Cada visita de un dignatario extranjero incluye un paseo por la ciudad de su mano.
Al frente de la Oficina del Historiador en La Habana, Leal logró dar una nueva dimensión al cargo que ha ocupado durante más de medio siglo, al abrazar un vasto proyecto de reconstrucción de palacios, fortalezas, residencias y plazas de La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.
La bella capital, bañada por el Océano Atlántico, atrae cada año a millones de turistas, fascinados por su aspecto intemporal, entre antiguos edificios pintados de naranja, amarillo y verde, y los esplendorosos descapotables de los años 50.
«Mágicamente o por una serie de fenómenos políticos, económicos y sociales, (La Habana) permaneció intacta, esperando su momento», estima Leal, en referencia a la parálisis urbanística que provocó la revolución socialista de 1959, que dirigió Fidel Castro, y después el bloqueo estadounidense vigente desde 1962.
Enamorado de su ciudad, pero apenado por ver sus edificios en ruinas -el 39% de ellos están dañados, según datos oficiales-, el historiador creó en los años 90 un ingenioso sistema para restaurarla.
Su idea: echar a andar un modelo de autogestión, mediante la cadena de hoteles Habaguanex, cuyos ingresos turísticos permitieron restaurar el centro histórico y desarrollar programas sociales para sus habitantes.
Celebrar «con obras»
Poco a poco, Leal también logró que los habaneros se interesaran más por su ciudad y su arquitectura.
«Hoy hay más conciencia, quizás se dan cuenta más ahora de la belleza, de lo culto, de lo importante», se congratula este hombre que siempre viste de gris claro.
Durante años, Leal condujo en televisión el programa «Andar La Habana»: «Estuvo bien escogido (ese título) porque realmente yo aprendí la ciudad caminando por ella y sorprendiéndome siempre de cosas que no veía antes».
Pero, aún cuando la ciudad conservó su encanto anticuado, Leal alaba la «sorprendente modernidad» de sus habitantes y quiere ver este 500 aniversario, por el que trabajó «durante tanto tiempo», como el comienzo de una nueva historia: «No lo veo como un objetivo, sino lo veo como un punto de partida» hacia un mejor futuro.
Según él, la celebración de este momento debe hacerse «con obras, no con obras efímeras, sino con obras permanentes, y tratando de cuidar todo, moviendo las manos con mucho cuidado para que no se rompa por premura lo que el tiempo tanto cuidó».
En los últimos años, las grúas han sido omnipresentes en el paisaje de La Habana, permitiendo la remodelación de viejos edificios y la construcción de hoteles de lujo, acueductos y, más recientemente, de la costanera del Malecón.
Las autoridades prometieron para el Día D «más de 2.000 obras constructivas terminadas», incluida la renovación del célebre Capitolio.