Gonzalo Marroquín Godoy
Avanza el trabajo de la Comisión de Postulación para elegir la lista de seis candidatos que debe recibir el presidente Jimmy Morales, para ser él quien escoja al nuevo Fiscal General, un cargo que como nunca es de vital importancia para el futuro de la lucha que se viene librando en contra de la corrupción y la impunidad, dos tumores cancerosos que han crecido más que lo deseable para la salud de Guatemala.
Lo delicado de esta elección, es que los antecedentes de las comisiones postuladoras no han sido favorables a los intereses nacionales, pues casi siempre se han visto manipuladas por los famosos operadores de políticos, estructuras criminales o grupos con intereses particulares –pero oscuros–, que defienden lo que podría resumirse como la vieja política.
Si el próximo Fiscal General no es totalmente independiente, pierde el país y ganan la corrupción y la impunidad.
Lo único que nos queda a los ciudadanos es mantener la esperanza. Ojalá y, esta vez si, los decanos de las diferentes universidades marquen la diferencia y actúen en apego a los intereses nacionales. Ellos son los encargados para que podamos recobrar la confianza en el funcionamiento institucional del país.
Las prácticas del pasado, esas en las que los Herrera, los López Villatoro –el Rey del Tenis– y otros parecidos influían –y hasta compraban voluntades– para tener sus propios magistrados, Fiscal General y Contralor General de la Nación, deben terminar. Ellos lo hacían para tapar la corrupción y defender los intereses de aquellos a quienes han representado.
No es fácil la tarea que tienen en sus manos, pero ojalá que la mayoría comprenda la enorme responsabilidad que tienen. De esta elección depende en buena medida el futuro del país –al menos en el inmediato o corto plazo–. Si la corrupción sigue o vuelve con la fuerza que ya todos sabemos que había alcanzando, es imposible pensar que Guatemala puede aspirar a ser un país desarrollado con justicia social.
Es gigantesco el impacto negativo que tiene este cáncer en un país con tan graves problemas sociales –nunca bien atendidos–, tales como desnutrición, mortalidad infantil, deficiente educación y pésima atención de salud pública, entre otros.
Lo peor de todo, es que el presidente Jimmy Morales, quien abiertamente ha intentado detener la lucha contra la corrupción que libran Thelma Aldana (MP) e Iván Velásquez (CICIG), es quien tiene, por mandato legal, la última palabra. Es él quien escoge a una persona entre la lista de finalistas y, por lo tanto, es el gran elector.
Al conocer su postura –refrendada por el alcalde Álvaro Arzú, también a favor de impedir que se luche contra la corrupción–, no queda más remedio que esperar que ocurra algo totalmente inusual y, como a veces sucede en el fútbol –ya lo vimos ayer– se produzca un milagro.
El milagro tendría que provenir entonces de la Comisión Postuladora. El país necesita una lista de 6 candidatos capaces y correctos. Jimmy Morales solo necesita que la lista incluya a uno de sus candidatos, para decantarse por alguien que sea capaz de aparentar, pero al mismo tiempo ponerle un hasta aquí al trabajo que ha realizado la CICIG hasta ahora. Necesita un fiscal que sea capaz de aparentar independencia en su discurso, pero ser un servil en la práctica.
El nuevo Fiscal General no puede ser un abogado que ha servido o sirve –profesionalmente– a algunos de los implicados en casos sonados por corrupción. Tampoco puede ser alguien que, con evidencias claras, sea parte o este muy cerca del gobernante, de Arzú y su corriente conocida como Pacto de Corruptos.
La ciudadanía está bastante apagada –más allá de las explosiones en redes sociales–, pero hay que poner atención para que el pueblo no se vea burlado por su propio Presidente. Hay entre los aspirantes, profesionales que debieran sentir vergüenza con solo haber presentado su candidatura sabiendo que tienen impedimentos morales y éticos.
Esperemos que los comisionados postuladores, representantes del mundo académico, demuestren su capacidad y amor por la Patria.
Mucho me temo que del pobre Presidente –y de su círculo de asesores o personas que tanto influyen en él– no se puede esperar ya nada bueno. Sin embargo, en la medida que la Comisión Postuladora filtre a los peores –no solo a los que califican mal–, el país podría respirar un poco más tranquilo.
Jimmy Morales se ve como un gobernante agobiado y con poca capacidad para actuar y reaccionar correctamente. Su molestia con la conductora Alma Mazariegos de TvAzteca, quien le tuvo que redirigir las preguntas –porque no respondía correctamente–, ha dejado al desnudo su intolerancia. La ciudadanía debe estar atenta para reclamar una elección transparente del nuevo Fiscal General.