El general Justo Rufino Barrios soñaba con la Patria centroamericana, y estaba dispuesto a forzar militarmente la unión. Sin embargo, en la primera incursión —a El Salvador— murió en el campo de batalla, y, demasiado pronto, el esfuerzo de volver a la Federación se vio abortado. Esta es la crónica de aquel fatídico día.
El general Justo Rufino Barrios cobró notoriedad como el caudillo militar de la llamada Revolución Liberal de 1871, la cual llevó inicialmente a la Presidencia a Miguel García Granados.
En marzo de 1872 ocupó interinamente el cargo de presidente del país y en marzo de 1873 gana las elecciones y se hace del cargo oficialmente el 4 de junio.
Entre sus primeras acciones, Barrios —considerado por muchos historiadores como un tirano, porque detentaba con fuerza todo el poder en el país—, expulsó a los jesuitas y continuó con una serie de reformas económicas que hicieron avanzar a la patria.
Sin embargo, su ambición parecía no tener límites, y pronto puso su atención y esfuerzo en lograr la reunificación centroamericana, toda una obsesión en su mente militar autoritaria. Aún no se habían borrado de la mente de los guatemaltecos las victorias militares contra las fuerzas hondureñas y salvadoreñas por grandes generales guatemaltecos, pero especialmente Rafael Carrera, victorioso en las campañas de 1951 —Ver La histórica batalla de San José de La Arada, Crónica No. 181— y 1863. Con esos antecedentes, y su afán expansionista Barrios se puso a la atarea de lograr la anexión del resto de naciones centroamericanas, con el fin de volver a la disuelta Federación.
El 28 de febrero de 1885 dicta el Decreto de la Unión de Centro América, el cual en sus partes conducentes establece lo siguiente:
Artículo 1.º El Jefe de la República de Guatemala proclama la Unión de Centro América en una sola República: inicia, protege y sostiene todos los trabajos, operaciones y movimientos dirigidos a conseguirla; y con ese fin asume el carácter de Supremo Jefe Militar de Centro América y el ejercicio del mando absoluto (…).
Artículo 3.º Una Asamblea general compuesta de quince individuos por cada uno de los Estados, elegidos popularmente con la más amplia libertad e independencia entre las personas que, conforme a las leyes respectivas, puedan ejercer la representación popular, se reunirá en esta ciudad de Guatemala, el día 1.º de marzo próximo, para Decretar la Constitución política de la República de Centro América (…).
Artículo 4.º Toda persona de carácter oficial o privado, que se declare contra la Unión, o se oponga a sus operaciones y trabajos y los embarace de cualquier modo, será tenido como traidor a la gran causa de la nacionalidad (…)
Artículo 5.º Se excita a todos los pueblos de Centro América a que se pronuncien en favor de la Unión; y Guatemala hace desde luego causa común con los que se declaren por aquélla; quedando desconocida cualquiera autoridad que la resista.
Barrios no deja opciones a los demás países y solamente Honduras lo acepta. El Salvador hace vigorosas gestiones diplomáticas para que Estados Unidos y México intervengan. Hay presiones sobre Barrios, quien lejos de ceder, ordena el 10 de marzo la movilización de un ejército de 14,700 hombres, el cual se desplaza estratégicamente hacia Chiquimula y Jutiapa, fronterizos con El Salvador.
Para finales de marzo, el Ejército está preparado para la incursión. Las tropas salvadoreñas esperan en su territorio y observan el avance listos para intentar repelerlo.
El Batallón Jalapa, integrado por aguerridos soldados y oficiales de ese departamento, es el primero en entrar en acción el 30 de marzo y cruza un río llamado El Coco, dentro de una hacienda con el mismo nombre en territorio salvadoreño. A pesar de estar fortificada la posición, los jalapas, apoyados por la artillería, logran la primera victoria y la euforia se expande prontamente entre la tropa.
Al día siguiente llega otra victoria, al desalojar a las fuerzas salvadoreñas de la localidad conocida como San Lorenzo. Son batallas de poca significación militar, pero de gran importancia estratégica para preparar el combate que deberá librarse en Chalchuapa.
La batalla triste
El 1 de abril transcurre en movimientos estratégicos de ambos bandos, con apenas algún intercambio de artillería. Justo Rufino Barrios reúne a sus cuadros de oficiales en San Juan Chiquito y prepara la estrategia para la batalla del día siguiente en Chalchuapa, situada a 78 km de San Salvador.
Esta plaza estaba protegida por un ejército de 5,000 hombres al mando del general Mora. El día 2 de abril los movimientos militares principiaron a las seis horas. La estrategia del general guatemalteco contemplaba el control de las rutas y deja a cargo a Luis Molina, quien debe coordinar la estrategia con el general Álvarez.
De nuevo es el Batallón Jalapa el responsable de abrir las hostilidades y avanzar como punta de lanza. Sin embargo, es entonces cuando sucede algo inesperado. El historiador Francis Polo Sifonte lo describe así en su libro Historia de Guatemala:
…aproximadamente a las nueve de la mañana, llegó al sitio donde se encontraba Barrios un emisario del comandante del batallón Jalapa, indicando que los soldados se habían insubordinado; de inmediato el general Barrios montó sobre su yegua inglesa y cabalgó hacia el lugar donde se presentaba el grave problema.
Otros historiadores dan cuenta de la reacción del comandante en jefe, quien habría exclamado: ¡esto solo lo arreglo yo! En efecto, con su Estado Mayor cabalgó por las colinas hasta llegar con la tropa de los jalapas, quienes le aclamaron cuando les anunció que personalmente dirigiría las acciones. Así resolvió el incidente.
Sifontes describe lo ocurrido:
Se inició el ataque, Barrios subió montado a una pequeña colina para divisar el campo enemigo; la yegua era blanca y de gran alzada, por lo que colocada sobre dicha colina ofrecía un blanco perfecto; el presidente se inclinó sobre el pescuezo del animal para cubrirse un poco, pero, en ese instante, una bala le penetró por el hombro derecho, cruzándole el pecho en forma oblicua y saliendo por el costado izquierdo; cayó de su cabalgadura; en el momento en que sus ayudantes llegaban para levantarlo, expiró. Su cadáver fue embalsamado en Cuilapa, posteriormente transportado a la ciudad de Guatemala.
Los oficiales trataron de evitar que las tropas se enteraran de la muerte de Barrios, y es el general Felipe Cruz quien toma el mando, pero el espíritu de las fuerzas guatemaltecas se debilita cuando la noticia trasciende, mientras que los salvadoreños defienden sus posiciones. A las tres de la tarde principia la retirada hacia Chingo.
En Chalchuapa murieron también el hijo del Presidente, Venancio Barrios, y el aguerrido sargento de cadetes, Adolfo Venancio Hall Ramírez —Adolfo Hall—, quien se destacó por su heroica participación en aquella batalla.
El presidente salvadoreño, al conocer la noticia de la muerte de Justo Rufino Barrios, trata de persuadir al general Cruz de aliarse con El Salvador y le ofrece ayudarle para que asuma la presidencia con su respaldo.
La Asamblea da posesión inmediatamente al primer designado de la Nación, Alejandro M. Sinibaldi, quien no aguanta las presiones y renuncia días después, para entregar la Presidencia a otro general, Manuel Lisandro Barrillas, quien gobernó hasta 1892.